Abril de 2009
Año V, Número 40


Tendencia juvenil

Juventud mexicana II

Humanidades y Ciencias Sociales ofrece la segunda entrega de la serie dedicada a conocer las inquietudes y problemáticas que enfrenta hoy en día la juventud mexicana.

De acuerdo con Miriam Camacho Valladares, maestra en psicología social y secretaria técnica del Departamento de Atención a Alumnos de la Facultad de Psicología, al referirse a los “problemas que padece la juventud”, continuamente se piensa que se trata de un tema actual, cuando se trata de uno presente más que actual. “Para Sócrates (470 a.C.-399 a.C.) ya era un tema presente, cuando afirmó que ‘los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y les faltan al respeto a sus maestros’.  Por otra parte, hoy en día, al platicar con personas de entre 15 y 28 años de edad —cronológica, no mental—, o al percibir sus conductas y opiniones cuando manifiestan una inconformidad, uno descubre que los jóvenes son como los científicos: tienen ocurrencias, ambiciones, miedos, pasiones, envidias, culpas, convicciones, momentos de humildad y, a veces, hasta de soberbia, como todos los que no estamos en esa edad ni pertenecemos a ese selecto grupo. Pero las características que a mi parecer han representado a los jóvenes —tanto en la época de Sócrates como en la actual— son el entusiasmo, la pasión, la avidez por saber más de sus temas de interés, y la confianza en quienes dicen preocuparse por un bien común”.

“Algunos teóricos (Fitzgerald, Mckinney y Strommen, 1987) de la psicología del desarrollo han explicado las características de la personalidad en los jóvenes; metafóricamente hablando, ésta sería como la estructura de una matruska —muñeca rusa—: lo que vemos por fuera guarda algo menor por dentro, y ese algo menor encierra otro algo más pequeño, y así sucesivamente. Cabe aclarar que el desarrollo de la personalidad no es tan simple como esta metáfora, ya que además existen influencias, creencias, relaciones, preferencias y emociones a flor de piel, las cuales moldean las decisiones, actitudes y acciones de los jóvenes de acuerdo con los ambientes socioculturales en que se encuentren (Bandura, 1973). Un ejemplo de ello es la siguiente frase de Einstein (1950): ‘Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera’. Entonces, podemos afirmar que un elemento decisivo en la formación de las personas jóvenes son los adultos, quienes interactuaron e influyeron durante su desarrollo”.

“Sin embargo, ¿cómo saber cuando una ocurrencia, convicción, culpa, envidia, miedo o ambición en los jóvenes se convierte en un problema para ellos mismos? Desde mi punto de vista, si una persona o un grupo de jóvenes están manifestando una ocurrencia, convicción, culpa, envidia, miedo o ambición, pero carecen de entusiasmo, pasión, avidez por saber más sobre algo que les interesa, y confianza en los demás, esto reflejará un problema serio durante su juventud. Ello se debe a que las conductas juveniles de alto riesgo, tales como las adicciones, la ideación suicida, la conducta delictiva, entre otras, se encuentran asociadas a la desesperanza de vida, la apatía académica, social y política, así como a estados severos de depresión (Amador, 2007; Andrade, 2008; Vidaña, 2009)”.