Diciembre de 2008 - Enero de 2009
Año V, Número 37


Editorial

Ochenta años atrás, el 11 de noviembre de 1928, nació Carlos Fuentes, uno de los escritores mexicanos más célebres y fecundos del siglo XX. Hoy, México e Hispanoamérica celebran su nacimiento y los cincuenta años de su novela La región más transparente. La Universidad Nacional Autónoma de México, a través del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFL) y la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), llevó a cabo el primero de los múltiples eventos que se realizaron, en diversas instituciones académicas, culturales y gubernamen-tales, para conmemorar al destacado narrador. Humanidades y Ciencias Sociales ofrece la información del evento.

Aunque las manifestaciones de la violencia hacia las mujeres derivan en gran medida del contexto en el que se desarrollan, es innegable que sigue siendo una dolorosa realidad mundial. "Se trata de una violación generalizada de los derechos humanos y un grave impedimento para el logro de la igualdad de género, el desarrollo y la paz". El número ofrece el reportaje ¿Cómplices del luto? Violencia de género y feminicidio en México, que aborda esta temática y expone la situación actual que se vive en el país.

Se incluye además el reportaje Del encierro al recuerdo: El Palacio Negro de Lecumberri, que da cuenta de las transformaciones ocurridas en México a finales del siglo XIX y principios del XX, y que influyeron signi-ficativamente en los ámbitos social, político, cultural y arquitectónico de nuestro país.

El número ofrece también los ensayos Bi/Centenario. La triste historia, sus fiestas y el olvido, del especialista del Instituto de Investigaciones Sociales José Carlos Hesles y País de mentiras, de Sara Sefchovich, investigadora del mismo instituto, así como breves extractos de la más reciente poesía de Rubén Bonifaz Nuño, quien celebró sus ochenta y cinco años de vida.


La necesidad de ver al mundo para entenderlo y ser entendido, es esencial para el escritor

Carlos Fuentes

Ochenta años atrás, el 11 de noviembre de 1928, nació Carlos Fuentes, uno de los escritores mexicanos más célebres y fecundos del siglo XX. Hoy, México e Hispanoamérica celebran su nacimiento y los cincuenta años de su novela La región más transparente. La Universidad Nacional Autónoma de México, a través del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFL) y la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), llevó a cabo el primero de los múltiples eventos que se realizaron, en diversas instituciones académicas, culturales y gubernamentales, para conmemorar al destacado narrador.

Durante la inauguración del Congreso Internacional La región más transparente: 50 años después. Homenaje a Carlos Fuentes -efectuado del 10 al 14 de noviembre-, Mercedes de la Garza, directora del IIFL, expresó que Fuentes "es el escritor mexicano vivo de mayor valía, uno de los más grandes que ha habido en nuestra historia y decisivo en el surgimiento del llamado boom latinoamericano. Así, en círculos concéntricos trasciende a la literatura mundial, pero a la vez su cultura universal, su peregrinaje por el mundo le permiten ver desde fuera, en perspectiva -mirada esencial para comprender-, lo nacional, los avatares de la historia, la multifacética y surrealista ciudad de México, la psicología de los distintos componentes del tejido social en la gran obra que ahora celebramos".

Por su parte, el director de la FFyL, Ambrosio Velasco, señaló que Fuentes, además de ser uno de los más grandes escritores que ha tenido nuestra nación a lo largo de su historia, "es uno de sus más destacados y comprometidos humanistas, precisamente por poner en caracteres mayores, en el entramado de la narrativa, esta tensión esencial de historia humana y de la historia mexicana". Asimismo, Georgina García-Gutiérrez, coordinadora del congreso, afirmó en su momento que "La región más transparente es una obra total, que toma en cuenta a todos los habitantes de la ciudad de México, en todos los tiempos, entre ellos a nosotros, a quienes la leemos en el siglo XXI en este aquí, para celebrar sus primeros cincuenta años".

"La novela de la ciudad y la ciudad de la novela -continuó García-Gutiérrez- es la generosa contribución de Carlos Fuentes. El autor de la obra homenajeada agasaja a sus lectores en este doble cumpleaños, el suyo y el de la novela".

Por otra parte, Sealtiel Alatriste, coordinador de Difusión Cultural, habló acerca de los aportes de la obra de Carlos Fuentes: "pocos escritores han concebido tan claramente su vocación literaria como Carlos Fuentes. Leyéndolo, uno se percata de que no podía haber elegido otra profesión; él mismo lo ha dicho muchas veces, y lo cito: 'Todas las mañanas me despierto contento porque sé que voy a volver a escribir. Escribir no es lo único que sé hacer sino lo único que me gusta'".

Estela Morales Campos, Coordinadora de Humanidades, reflexionó sobre las distintas facetas del autor. "Como observador de su entorno, Carlos Fuentes también ha sido analista de los cambios y problemas de una metrópoli que se volvió su ciudad. Además, ha tenido una singular y distinguida participación en la prensa, en diarios y revistas tanto de nuestro país como de otras naciones del mundo".

"La pluralidad que caracteriza a nuestra Universidad -prosiguió Morales Campos- constituye un marco adecuado para un hombre de nuestro tiempo que ha dedicado su atención a la interpretación de la sociedad mexicana y al acontecer internacional a través de la novela, el ensayo y sobre todo de su magistral manejo de la lengua, que nos invita y nos lleva a todos a la reflexión y al análisis. El congreso 'La región más transparente: 50 años después', permite abordar a Carlos Fuentes como escritor, lector, polígrafo".

Al evento asistieron, además, Enrique Márquez, representante del Gobierno de la Ciudad de México; Jorge Volpi, coordinador general del homenaje nacional "Carlos Fuentes, 80 años"; Claudia Lucotti, jefa de la División de Estudios Profesionales de la Facultad de Filosofía y Letras, y Héctor Perea, coordinador del Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas.

Organizado en veintidós mesas de análisis, el coloquio ofreció más de ochenta ponencias de escritores, conferencistas y narradores -además de ocho conferencias magistrales-, y contó con la participación de estudiantes, catedráticos, intelectuales y público en general. Marta Portal, Florence Olivier, Alberto Vital, Maarten van Delden, Federico Álvarez, Julio Ortega, Rafael Olea, Juan Ramón de la Fuente, José de la Colina, Friedhelm Schmidt-Welle, Steven Boldy, entre otros, participaron en el encuentro.

Con la ponencia "Carlos Fuentes y la constelación de la lectura", Julio Ortega, catedrático de la Brown University-Providence, explicó que "pocos escritores latinoamericanos han logrado como Carlos Fuentes hacer de la pluralidad el carácter mismo de su identidad. Entre los escritores de hoy nos es el más contemporáneo en la medida que pocos son más independientes y menos predeterminados. Gracias a esa libertad crítica, a su vocación trashumante y su trabajo empático, ha contribuido a diversificar la escena pública del escritor latinoamericano, liberándola de sus diversos énfasis ideológicos y sanciones autoritarias".

"Desde el primer día de La región más transparente, la obra de Carlos Fuentes no ha sido cómoda para los hábitos de lectura en México. Es una obra cuyo nacimiento ha estado signado por la polémica, así como por la diatriba y el elogio extremos. Se puede adelantar que ese desasosiego de la lectura, esa inquietud a veces profunda con tales novelas, resultan, a la hora de los balances, sintomáticos y hasta elocuentes. La primera reseña de este libro auguró que en unos años dejaría de ser leído. Han pasado cinco décadas y seguimos leyéndolo, todavía perturbados por la inestabilidad que introduce en el sistema de escribir y leer".

En el marco de su conferencia, titulada "Diablo, duende, nonato: la malicia narrativa en La región más transparente y en Cristóbal nonato", Florence Olivier, catedrática de la Universidad de París, sostuvo que Carlos Fuentes es un experto en retórica: "cada una de las novelas urbanas y ciudadanas de Carlos Fuentes se presenta como un aleph quebrado de la ciudad, para el cual la situación mudable, la identidad varia de la voz fuente y recipiente o del foco de la visión difractada, son imperativo categórico".

En su momento, Marta Portal, catedrática de la Universidad Complutense de Madrid, dictó la conferencia "La región más transparente: 40 años antes", en la que explicó que "la función estructural de Ixca en la trama de la novela está muy clara y bien definida. Es el interlocutor ideal que consigue que los personajes digan lo que hacen, lo que sienten y lo que ha marcado sus vidas íntimas y nunca se han atrevido a confesar".

En cuanto al personaje de Manuel Zamacona, la especialista apuntó que se trata de "un escritor distinguido de la ciudad de México y se pasea entre las tertulias y los personajes de la alta sociedad. Yo no dudo que lo que escribe en el texto de la novela es el discurso del propio Fuentes, o sea, que Zamacona es la voz y, en muchos aspectos, es el pensamiento del propio autor".

"Su propuesta es que México y los mexicanos no encontrarán su origen mirando hacia atrás, sino mirando hacia delante, creando con la experiencia esa originalidad que constituye el ser mexicano".

En la ceremonia de clausura, el ex rector de la Universidad, Juan Ramón de la Fuente, dictó la ponencia "México en Fuentes, Fuentes en México", en la cual enfatizó que la gran pasión del novelista ha sido México. "Su historia analizada, su territorio recorrido, su dinámica social rigurosamente descrita, su voluntad interpretada, su alma explorada, sus contradicciones, sus aciertos, su ambivalencia, sus habitantes, sus dioses, su vitalidad encarnada en él mismo a sus ochenta años".

De acuerdo con De la Fuente, "Alfonso Reyes le contagió su insaciable curiosidad intelectual y le inculcó para siempre la convicción universal de la cultura hispanoamericana. Gracias a esas influencias, Fuentes enfocó simultáneamente sus preocupaciones sociales, intelectuales, estéticas y culturales a la realidad mexicana, pero también a la del mundo entero".

A su vez, José Narro Robles, rector de la UNAM, destacó la trascendencia de la obra del escritor: "La importancia de la obra de Carlos Fuentes en la cultura nacional y la literatura internacional es absolutamente extraordinaria. ¿Serían iguales las letras y las artes, el cine y el teatro, el ensayo y el relato o el propio análisis socio-político sin las aportaciones de Carlos Fuentes? No, no serían los mismos: habría una profunda orfandad estética e intelectual, analítica y descriptiva, emotiva y reflexiva. Ya que con la obra de Carlos Fuentes se aprende y disfruta, se sueña y se emociona, se aprecia el pasado, se entiende el hoy y se vislumbra el porvenir. En él se conjugan el intelectual y el artista, el hombre culto y el científico de la condición humana".

Por último, con la conferencia magistral "La novela de la ciudad y la ciudad en la novela", Carlos Fuentes agradeció a la Universidad el homenaje y recordó las influencias académicas, literarias y personales que lo llevaron a escribir La región más transparente. "Este acto me da oportunidad de remontarme a las fuentes de Fuentes, es decir, a la formación personal, literaria, que me llevó a empezar a los veinticinco años de edad la novela que hoy recordamos".
"He de remontarme a los antepasados más remotos. Me centraré en tres temas: maestros, amigos, lecturas sin las cuales no hubiese escrito. Mis recuerdos son tan importantes como mi trabajo".

Tras rememorar cómo aprendió literatura, "en las rodillas de Alfonso Reyes" o a través de las enseñanzas de algunos de sus maestros y amigos, Fuentes externó que fue en Santiago de Chile donde escribió su primera novela, en la gaceta del Instituto Chileno. "Se llamaba Estampas mexicanas, muy patriotera, pero eso sí, llena de las mejores intenciones".

Asimismo, compartió con su auditorio uno de los momentos que lo ayudaron a definirse como escritor. "Una noche de verano conocí a Thomas Mann en un café. Era un hombre alto, elegante y sabía manejar a la perfección los cubiertos con los que comía. En ese instante, se me reveló un deseo, y dije: 'Si no puedo ser él, ni escribir como él, al menos quiero hacer lo que él', y al regresar a México con esa idea sentí claramente que esta ciudad me dijo al oído: 'Carlos, aquí te tocó, qué le vas a hacer, en la región más transparente'. Y el novelista nació".


País de mentiras

Por Sara Sefchovich*

País de mentiras es un texto en el que demuestro que el discurso público que los mexicanos escuchamos de boca de nuestros políticos, eclesiásticos, empresarios y comunicadores, que son quienes tienen voz en el acontecer cotidiano en referencia a los asuntos que nos atañen como sociedad y que están colocados en un lugar que les confiere poder a la hora de usar esa voz, tiene poco que ver con los datos de la realidad reunidos por académicos y estudiosos, instituciones nacionales e internacionales, activistas y ciudadanos.

Pero si este modo de funcionar tiene una larga historia, pues la mentira ha formado parte de nuestro discurso público desde tiempos inmemoriales, sucedió la paradoja de que con la llegada de la alternancia política a principios del siglo XXI, que supuestamente era la señal del paso a la democracia, ella no sólo creció y se reprodujo hasta dimensiones insospechadas sino que se convirtió en la única forma de gobernar.

Y esto fue así, porque el proceso democratizador nos obligó a considerar necesario todo el paquete que lo conforma, que incluye la transparencia y el derecho de los ciudadanos a la verdad, la igualdad y equidad, la participación; pero dado que la nuestra es una cultura en la que nada de eso existe, pues nos obligó a la franca mentira, con el fin de pretender que ese cambio que tanto nos anunciaron y que tanto habíamos deseado, realmente había llegado. Fue allí y fue entonces cuando agregamos a nuestros discursos tradicionales (los de la educación como prioridad, la consideración de la familia como el fundamento y lugar de amor, el respeto a los indios y la importancia de lograr la justicia social) los que la co-munidad internacional puso de moda (como el respeto a los derechos humanos, al medio ambiente y a la diversidad religiosa, cultural, sexual, ideológica), y que nosotros, en el afán de ser aceptados por ella, quisimos creer que creemos porque son los política y culturalmente correctos de nuestro tiempo.

Pero ¿y luego qué?

Luego, simple y llanamente, no cumplimos nada de eso. Pero tampoco lo reconocimos.

Por eso, la manera de gobernar en nuestro país consiste en mentir. Nunca como ahora ha sido tan necesario hacerlo: decir que la nuestra es una economía sólida, que hay crecimiento y estabilidad social, aceptación internacional, éxito en la lucha contra la contaminación y contra el narcotráfico, que somos una sociedad multicultural, que negocia los conflictos sociales y cree en la necesidad de apoyar la cultura. Nuestros poderosos nos mienten sobre la seguridad y sobre la di-mensión de la pobreza, se llenan la boca con palabras como democracia, nación, justicia, pero de discurso no pasa.

La mentira toma formas diversas: promulgar leyes, crear montones de instancias burocráticas, firmar todos los con-venios del mundo respecto a todas las causas, las buenas, las excelentes y las mejores. Pero a las leyes no se las aterriza para que puedan funcionar, son ambiguas e incompletas, las instituciones no cumplen con su cometido y los convenios son letra muerta. Se inventan y manipulan cifras e imágenes, se da información tergiversada, no se llama a las cosas por su nombre, se minimizan, niegan, ocultan o silencian hechos. Y aunque los poderosos nos hacen las promesas y ofrecimientos más excelsos e incluso los informes de resultados más alentadores, poco de eso se lleva a cabo y mucho de lo que se asegura que se hace no se hace.

La mentira ha servido para tapar lo que no se cumple, para mantener la ilusión y evitar el conflicto, y como estrategia de legitimación pues, diría Jean Franco, con ella se puede usar el discurso de la responsabilidad y del compromiso sin que realmente se asuman ni la responsabilidad ni el compromiso. Nuestros poderosos se la han pasado envolviendo en palabras y más palabras la promesa incumplida, el proyecto no realizado, la trampa, la improvisación y la negligencia, la corrupción y el fracaso. Aunque pasen los años y las modas ideológicas, aunque cambien los partidos en el poder y los funcionarios en el gobierno, a los ciudadanos nos mienten una y otra vez. Los discursos de logros y avances, de respeto y cuidado, de apoyo y solidaridad, de gestión y acción, no son una práctica sino, como diría Elizabeth Jelin, pura palabra vacía. Ya ni siquiera sabemos si somos una nación y si tenemos una identidad y no tenemos un proyecto a futuro, cuestiones de las que hace apenas unos años nadie dudaba.

La mentira es la esencia de nuestra vida política y lo que le permite seguir funcionando. De no haber recurrido a ella, el poder se habría visto obligado a reconocer públicamente que no cumplió ni alcanzó objetivos y, peor todavía, que no puede hacer nada al respecto. Es "una solución según un cálculo de oportunidad", diría Pietro Barcellona, para conservar el poder aunque sea "en el mercado de la opinión", como afirma Guy Sorman.

El libro está dividido en dos partes. En la primera se establece la existencia de la mentira en el discurso público mexicano, mostrando uno tras otro ejemplos en los ámbitos más diversos, organizándolos y clasificándolos. Un capítulo tiene que ver con las mentiras que escuchamos día a día en sus múltiples y muy diversas formas, otro con las grandes mentiras, tanto las que dicen para consumo de los nacionales como las creadas para los oídos internacionales y uno más con las mentiras graves. En la segunda parte voy más allá, hasta explicar el porqué de este modo de funcionar, de dónde viene y cómo ha podido florecer. Hablo de las razones históricas, lingüísticas y culturales, así como del "piso social" que la sustenta, pues para que ella ocurra como ocurre y sea como es, es porque mentir es un código y una práctica socialmente aceptados y compartidos. Aquí ya no sólo pretendo documentar que la mentira está presente en el discurso público de manera deliberada, decidida, consciente y sistemática, sino también que es inevitable por necesaria y funcional y que por lo tanto no se la va a dejar de usar, al menos en el corto plazo. Y por último, hablo también de las consecuencias, pues mentir una y otra vez, durante años y años, no ha sido impune, sino que nos ha llevado a la desconfianza, el desinterés e incluso la desesperanza.

El libro está elaborado con diversos tipos de materiales tanto académicos como periodísticos. Éstos para recoger el día a día y aquéllos para profundizar en cada uno de los temas y comparar lo que nos dicen desde el poder con lo que afirman los estudiosos. Recurro también a entrevistas y declaraciones de militantes y activistas, así como opiniones de ciudadanos. Por lo que se refiere a la interpretación, se sustenta en textos de teoría y en propuestas de análisis que son producto de tres décadas de pensar en México desde una perspectiva sociológica y cultural. El resultado es, como quiere Teun A. van Dijk, una denuncia que es al mismo tiempo una cuestión política y una mirada científica sobre la realidad.

México no es hoy el mismo que era hace veinte, cincuenta, cien años. Eso significa que con todo y la brecha que existe entre discurso y realidad, de todos modos las cosas caminan, aunque sea "informe y caóticamente entre las ruinas del desperdicio burgués y la expansión capitalista", como dice Monsiváis.

Hoy tenemos carreteras y puentes, armas y tractores, bancos y universidades, hospitales y cárceles, hoteles y tiendas, fábricas y oficinas, medios de comunicación y medios de transporte. Hoy millones de niños asisten a la escuela y reciben sus vacunas, las personas van a trabajar al campo y a las oficinas, a pasear, de compras y de viaje. Hoy le vendemos y le compramos al mundo, recibimos sus inversiones y nos invitan a sus cumbres. Incluso tenemos algo que mal que bien podríamos calificar de democracia, que aunque incompleta y precaria, sí ha traído consigo cambios culturales como la libertad de expresión y la aceptación de nuevos valores en algunos campos.

¿Quiere decir esto que nuestro modo tan particular de funcionar ha funcionado y que jugar con nuestras propias reglas nos ha permitido de todos modos avanzar?

Octavio Paz creía que la mentira nos había hecho un daño moral "incalculable", Francisco Bulnes hasta llegó a considerarla delito y Justo Sierra afirmó que por culpa de "nuestra aversión radical a la verdad, la nación mexicana era uno de los organismos sociales más débiles, más inermes de los que viven dentro de la órbita de la civilización".

Yo no veo a la mentira ni como cuestión de pecado como creen las iglesias, ni como cuestión de principios y de pureza, como les gustaría a las izquierdas y a las derechas por igual, o de ilegalidad, que es como funciona la jurisprudencia norteamericana. Ni siquiera quiero darle a la verdad una asignación de superioridad tal, que la mentira quede como un absoluto mal y la verdad como un bien total, como dice Noé Jitrik.

Sin embargo, existe un principio de verdad que reside en la razón humana y que es el fundamento de la ética y del derecho, necesarios para vivir en sociedad. Ello hace que la verdad sea un valor.

En mi investigación tomo a la verdad de manera cartesiana, como evidencia, adecuación, correspondencia, con-cordancia, ausencia de contradicción entre lo que se dice y lo que es. Entonces, negar que hubo muertos durante un operativo policiaco ya no es "un punto de vista" sino una mentira abierta; decir que el choque de dos trenes se produjo por problemas técnicos y no por descuido de los operarios ya no es "el cristal con que se mira" sino un engaño; asegurar que producimos lo que nos comemos cuando importamos más de la mitad de los productos básicos ya no es "una versión de los hechos" sino una negación de los datos; afirmar que bajó medio punto porcentual el robo de autos, ya no es es "una mejoría" sino una trampa en el manejo de las cifras; promulgar una ley que no tiene forma de llevarse a la práctica ya no es una buena intención programática sino una franca mentira.

Y por eso no puedo evitar preguntarme: ¿cómo serían las cosas si se hubieran hecho sin mentiras? ¿Dónde estaríamos si se hubiera dicho la verdad? ¿Más atrás, más adelante? ¿Mejor, peor, igual? ¿Nos ha hecho más bien o nos ha hecho más daño que ésa sea nuestra forma de funcionar?

*Investigadora en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.


Documentalia

Tedium vitae

De Amado Nervo
Especial para El Imparcial

Dicen del fastidio que es una enfermedad moderna… como el apendicitis.

Yo creo que es simple achaque de este momento histórico. Nos fastidiamos porque somos civilizados sin serlo aún bastante.

El fastidio ataca a los cerebros medianos; es signo de elevación relativa, y cesa, o cuando ya se piensa, o cuando ya se piensa demasiado alto.

La gente del pueblo no se fastidia. Recuerdo haber visto a los indios de nuestras haciendas, pasar un domingo entero a las puertas de sus chozas, en actitud de ídolos, sin cruzar más de dos o tres frases por hora. Ésos no conocen el tedio. En cambio, en las clases media y alta de la sociedad, el tedio nos acecha día y noche.

Basta la noción de que tenemos delante una o dos horas a las que, por imprevistas, no sabemos qué empleo dar para sentir la nerviosidad, el desabrimiento, la desazón precursores del spleen más negro y rabioso.

Éste se caracteriza por la actividad inútil de nuestro pensamiento, por el cual van y vienen ideas inoportunas, deduc-ciones nimias e inacabables, imágenes monótonas, recuerdos desmadejados, presentimientos molestos. Queremos leer, y aquel enjambre de moscones que se sobreponen a la lectura, la hace vana y estéril. Queremos andar, y no hacemos más que pasear la balumba interior, el entreveramiento aquel de cerebraciones triviales y enojosas. Ansiamos la inconsecuencia del sueño; pero el sueño no puede adormecer tantas imágenes e ideas en pugna.

Un estado así, de prolongarse, puede llevar al hombre al suicidio.

A la mujer la lleva a todos los absurdos y a todas las locuras.

Cuidad de que aquella a quien amáis, no se fastidie nunca. La miseria, los disgustos, el desamor, los celos, son pruebas de las que puede triunfar, de las que triunfa de hecho a cada paso una mujer amante. Del fastidio, casi no triunfa ninguna.

Cuando una mujer dice: "Mi marido me maltrata", "mi marido me engaña", "mi marido me arruina", "mi marido me abandona", hay remedio, hay una posibilidad de paz.

Cuando una mujer dice: "Me fastidio", está al borde de todos los vórtices, de todos los abismos, hablando en términos trágicos, o en vías de meter la deliciosa y bien o mal calzada patita, expresándonos en términos familiares.

Las mismas bestias, llegadas a un estado relativo de cerebración gracias a la perenne sociedad del hombre, se fastidian, cuando están solas. El perro y el gato, especialmente, sienten y aman el suave y silencioso influjo de nuestra presencia.

Los gatos dormitan en paz cerca de aquellas gentes a quienes aman; gustan de verlas trabajar y las siguen por toda la casa sin otro interés que el de su compañía.

Si los dejáis solos, se entristecen. Sus ojos de topacio, rayados de azabache, os siguen mansamente en vuestras tareas, con una expresión beata, y se agrandan inquietos si ven que os alejáis.

En cambio para las bestias inferiores, la sociedad es inocua, el fastidio no existe.

El fastidio, el aburrimiento, denuncian, pues, un estado medio de evolución, una mentalidad media.

Se extienden a través de una zona bien determinada, que va desde tal a cual cantidad de pensamiento, por decirlo así. Más abajo está la inconsciencia, más arriba está el éxtasis.

El sabio no se fastidia nunca, por la inagotable serie de deducciones de que es capaz. Dejad a Edison y a un hombre medianamente inteligente en la soledad de un paseo. Mientras el hombre medianamente inteligente, después de mirar los árboles y los prados, querrá irse, escapar al desabrimiento de sus imaginaciones, al tráfago de esas ideas nimias de que hablábamos, Edison habrá cogido un guijarro, lo habrá mirado y remirado, lo habrá hecho objeto de un análisis lleno de acierto, y de inducción en indicción, habrá formulado una ley, y de ley en ley, habrá ordenado un mundo.

Ni sabrá que ha venido la noche, ni sentirá el aletazo del frío. Será preciso que el guarda le diga: "Señor Edison, vamos a cerrar la verja; idos a casa, es tarde".

Pero hay un hombre todavía más allá del sabio, un hombre que no sólo no sabrá que existe el fastidio, sino que hasta ignorará que existe el tiempo; un hombre que habrá llegado a la plena abstracción, el asceta, así se trate del estilista del Ganges, como del monje cristiano en éxtasis.

Este hombre vivirá en otro plano, en el plano superior en que misteriosamente radia nuestro subconsciente, en la esfera de la serenidad absoluta, en donde ya no existen las ilusiones del espacio y del tiempo; donde Siddharta Gautama halló, después de plena renuncia de sí mismo, la finalidad suprema de todas las cosas…

El Imparcial, 10 de mayo de 1909, p. 4.


¿Cómplices del luto?

Violencia de género y feminicidio en México

Desde pequeños nos enseñan los códigos de conducta idóneos en nuestra sociedad. Nos hablan del bien y del mal, del fuerte y del débil, de lo legal e ilegal, de moral y de buenas costumbres. Es común que a los niños se les inculque que, por cuestiones de género, son responsables de la seguridad y el bienestar de las niñas; mientras que a las niñas se les enseña que por su condición física y emocional, deben someterse y salvaguardarse en el varón. Así, la promoción del respeto y la equidad se infunde a través de conceptos básicos e intuitivos, pocas veces razonados.

Cuando estas pautas de comportamiento se desarrollan en un ambiente violento -donde el niño observa vejaciones, golpes y rechazos-, se confrontan los conceptos y, muchas veces, se tergiversan las directrices. El niño crece inmerso en un ambiente de agresión y probablemente desarrollará el mismo patrón. Si es varón, pensará que la fuerza le fue otorgada para disciplinar, para controlar, y si es mujer, se someterá y se responsabilizará de lo que le toque vivir.

Es difícil pensar que alguno alzará la voz y denunciará lo que le esté sucediendo. ¿Por qué? Es simple: porque no posee elementos que le ayuden a rechazar lo que le acontece. Los sistemas educativos y familiar, los medios de comunicación y las autoridades gubernamentales, e incluso las religiosas, más que permear en su conciencia para prevenirlo y protegerlo, se limitan a denunciar y repudiar, cuando se presenta el caso, cualquier actitud o acontecimiento violento.

Consignas como "a las niñas no se les pega porque son más frágiles", "los niños no lloran", "no te lleves así con los niños porque son más fuertes" o "aguántate, pareces niña", dan muestra de la idiosincrasia que prevalece en la formación de un individuo en nuestro país -y en buena parte del mundo. Son contados los casos en los que al menor se le inculcan conceptos como la igualdad y la tolerancia, o se le faculta para denunciar cualquier acto violento que presencie o padezca.

En numerosas ocasiones, sentimientos como la culpa, la vergüenza o el miedo propician que una agresión no sea denunciada. Aunado a estos factores, la ingesta de alcohol y de drogas, la desintegración familiar, la pobreza, el desempleo, los antecedentes de violencia intrafamiliar y la escasa difusión de información sobre los derechos humanos, agravan e incrementan la incidencia de estos casos. De igual forma, la impunidad y la ineficiencia de las autoridades e instituciones gubernamentales y la carencia legislativa en esta temática, agrandan el problema.

Ya se trate de violencia verbal, física o sexual -sea intrafamiliar o externa-, cuando se presenta en sectores vulnerables, como es el caso de los niños, las mujeres, los adultos mayores, los discapacitados o los indígenas, inevitablemente se agudiza y deja en el individuo severas secuelas -cuando se sobrevive a ella- físicas y psicológicas, la mayoría de las cuales son permanentes e ineludibles.

Cualquier tipo de agresión, por el solo hecho de presentarse, debe repudiarse y castigarse, más tratándose de estos sectores. Pero a la par, deben modificarse los patrones de conducta hasta ahora establecidos. Es necesario sustituir las prácticas y frases discriminatorias por otras que promuevan una convivencia equitativa y afable, en la que el diálogo y el consenso sean el principal recurso empleado en la solución de un conflicto y en la interacción con otros individuos.

De no ser así, los niños crecerán saturados de preceptos errados, que influirán de manera negativa en su relación con otros seres humanos. Su persona se verá desprovista de instrumentos conciliadores o de autocontrol. Es probable que desde la escuela muestren indicios de esta tendencia -agresión constante a sus compañeros y profesores-, la cual refrendarán en casa. Posteriormente, cuando el momento de establecer una relación sentimental se presente, los patrones aprendidos en casa -o en la infancia- determinarán en gran medida su comportamiento.

Aunque los modelos no siempre se repiten, generalmente sucede así. Si el desarrollo de un niño se dio en un ambiente de respeto y equidad, seguramente se regirá por tales valores; pero si transcurrió en un contexto de violencia, procederá de la misma manera, sin importar el género del que se trate. Como sucede en todo, no sólo el individuo cambiará; también lo harán todos los cánones sociales y legales que lo rodean.

En el caso de la violencia hacia las mujeres, sus causas y secuelas suelen ser mayores porque, por lo general, sucede en casa y el resto de los miembros de la familia la presencian y se ven involucrados. Aunque se sabe que este fenómeno obedece a factores de tipo sociocultural, psicológico e incluso biológico, existen manifestaciones que no se han estipulado y combatido del todo, por lo que su disminución o supresión, en cualquiera de sus expresiones, no se han logrado.

Ante el elevado número de mujeres agredidas y asesinadas por esta causa, miles de voces se han alzado -sobre todo en las últimas décadas- en todo el mundo para repudiarla. Instituciones gubernamentales, educativas, religiosas y políticas, así como diversas instituciones no gubernamentales, han abogado por su erradicación y han emitido leyes, decretos, tratados, canciones, recomendaciones, imágenes, volantes, etcétera, advirtiendo sus efectos y repercusiones.

Asimismo, el 17 de diciembre de 1999, la Asamblea General de las Nacio-nes Unidas estableció el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, "y ha invitado a los gobiernos, las organizaciones internacionales y las organizaciones no gubernamentales a que organicen en ese día actividades dirigidas a sensibilizar a la opinión pública respecto al problema de la violencia contra la mujer. La fecha fue elegida como conmemoración del brutal asesinato en 1960 de las tres hermanas Mirabal, activistas políticas de la República Dominicana, por orden del gobernante dominicano Rafael Trujillo (1930-1961)".

Aunque las manifestaciones de la violencia hacia las mujeres derivan en gran medida del contexto en el que se desarrollan, es innegable que sigue siendo una dolorosa realidad mundial. "Se trata de una violación generalizada de los derechos humanos y un grave impedimento para el logro de la igualdad de género, el desarrollo y la paz".

En el caso específico de México, la situación es alarmante debido a que los índices de este tipo de violencia van en ascenso. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), "a escala nacional, 50% de las mujeres, es decir, una de cada dos, ha sido o es víctima de agresiones física, psicológica, sexual o de otro tipo, y 30% de estos casos se da desde el noviazgo". Para Rocío García Gaytán, presidenta de Inmujeres, las leyes que rigen nuestro país son el principal obstáculo para el abatimiento de la violencia hacia las mujeres; "algunas entidades aún no han ratificado la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, como los estados de México, Guanajuato, Querétaro y Tabasco, entre otros".

Sumada a este problema, la incidencia de numerosos y brutales asesinatos en el interior de la República ha propiciado que el panorama se agrave y que la vulnerabilidad de las mujeres vaya en ascenso ya que, sin importar la edad o el estrato socioeconómico del que provengan, se ven continuamente expuestas y amenazadas. Es ante esa situación, y ante la necesidad de diferenciarla del resto de los asesinatos perpetrados contra este sector, que se acoge el término "feminicidio".

Entendido como el asesinato de mujeres por el solo hecho de serlo y cometido por hombres, el feminicidio es "una ínfima parte visible de la violencia contra niñas y mujeres; sucede como culminación de una situación caracterizada por la violación reiterada y sistemática de los derechos humanos de las mujeres. Su común denominador es el género: niñas y mujeres son violentadas con crueldad por el solo hecho de ser mujeres y sólo en algunos casos son asesinadas como culminación de dicha violencia pública o privada" (CIMAC).

El término fue acuñado en 1992, en el libro Femicide. The politics of woman killing, por las antropólogas Diane Russell y Jill Radford, y fue traducido al español por la antropóloga Marcela Lagarde. "Femicidio es una voz homóloga a homicidio y sólo significa asesinato de mujeres. Por eso para diferenciarlo se eligió la voz feminicidio y denominar así al conjunto de hechos de lesa humanidad que contienen los crímenes y las desapariciones de mujeres" (Comisión Especial para Conocer y Dar Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con los Feminicidios en la República Mexicana y a la Procuración de Justicia Vinculada).

Tipificados como íntimos, sexuales sistémicos o por ocupaciones estigmatizadas, "no todos los crímenes son concertados o realizados por asesinos seriales: los hay seriales e individuales, algunos son cometidos por conocidos: parejas, parientes, novios, esposos, acompañantes, familiares, visitas, colegas y compañeros de trabajo; también son perpetrados por desconocidos y anónimos, y por grupos mafiosos de delincuentes ligados a modos de vida violentos y criminales. Sin embargo, todos tienen en común que las mujeres son usables, prescindibles, maltratables y desechables. Y, desde luego, todos coinciden en su infinita crueldad y son, de hecho, crímenes de odio contra las mujeres" (Comisión Especial).

Para que este fenómeno se dé, es necesario que concurran de manera criminal, "el silencio, la omisión, la negligencia y la colusión de autoridades encargadas de prevenir y erradicar estos crímenes. Hay feminicidio cuando el Estado no da garantías a las mujeres y no crea condiciones de seguridad para sus vidas en la comunidad, en la casa, ni en los espacios de trabajo, de tránsito o de esparcimiento. Más aún, cuando las autoridades no realizan con eficiencia sus funciones. Por eso el feminicidio es un crimen de Estado. Se conforma por el ambiente ideológico y social de machismo y misoginia, de violencia normalizada contra las mujeres, y por ausencias legales y de políticas de gobierno, lo que genera condiciones de convivencia insegura para las mujeres, pone en riesgo la vida y favorece el conjunto de crímenes que exigimos esclarecer y eliminar" (Comisión Especial).

Por más de una década -la última-, Guatemala y México han ostentado los mayores índices de feminicidios en Latinoamérica. En el primer país, a mediados del presente año más de 459 mujeres habían muerto de manera violenta; mientras que en 2007, 597 fueron asesinadas, y en 2006, la cifra fue de 612.

En México la situación no difiere mucho. Desde 1993, más de 430 mujeres han sido asesinadas y otras más se encuentran desaparecidas en Ciudad Juárez y Chihuahua. Para noviembre del presente año, 206 feminicidios habían ocurrido en esa región, según cifras de la Procuraduría General del estado.

En la mayoría de los casos, se trata de mujeres de origen humilde, jóvenes, sin poder. "Suelen ser trabajadoras de las industrias maquiladoras que dominan la economía de Ciudad Juárez; camareras, empleadas en la economía informal o estudiantes. Muchas viven en circunstancias precarias, a veces con hijos que mantener".

El rapto, el cautiverio, la violencia física y sexual, la mutilación, el asesinato y el abandono en lotes baldíos, es el patrón que caracteriza este tipo de asesinatos. "En algunos casos, sus restos son hallados por transeúntes al cabo de unos días o años después. En otras ocasiones las mujeres nunca son encontradas y sus familiares tienen que vivir con la angustia permanente de desconocer su destino o paradero".

Pero esta situación no es exclusiva de Ciudad Juárez; en varios estados de la República, el número de asesinatos de mujeres es muy elevado. Aunque no todos pueden calificarse de feminicidios, éstos continúan sin que las autoridades federales y estatales tomen las medidas necesarias para contrarrestarlos.

Si bien no se cuenta con cifras oficiales que informen del número total de asesinatos de mujeres en el país, existen organismos defensores de los derechos humanos que brindan datos sobre el tema. Así, de acuerdo con el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, de enero de 2007 a julio de 2008 se han registrado 1,014 homicidios en trece entidades federativas: Chihuahua, Nuevo León, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Distrito Federal, Estado de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Tlaxcala, Tabasco y Yucatán. De éstas, el Estado de México, Chihuahua y el Distrito Federal tienen el mayor número de asesinatos.

De igual forma, la Comisión Mexicana de Derechos Humanos (CMDH) y el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública reportaron que "el Estado de Mé-xico registra la mayor incidencia de homicidios de mujeres, con una tasa de 7.47 asesinatos, y le siguen Oaxaca, con una tasa de 5.88; Guerrero, con 5.58; Morelos, con 3.88; Michoacán, con 3.60; Chihuahua, con 3.57; y Chiapas, con 3.42. Es decir que 7 de los 32 estados del país concentran las mayores tasas de asesinatos de mujeres" (Contralínea, Michoacán, enero de 2008).

Pero más allá de las cifras o causales, la situación de violencia hacia las mujeres que prevalece en el país, y que tan aceleradamente se ha expandido y agudizado, demanda medidas que la combatan y erradiquen. Es necesario que se instrumenten campañas masivas de prevención y políticas "que influyan modelos de conducta no agresivos para que desde niños se aprenda a resolver los conflictos por medios no violentos".


Cuadro de costumbres

NOCHE EN VELA, II

Por Paula Rivera

Parte de lo que hace la noche de Nuit Blanche especial es la cantidad de puestos callejeros que venden hot dogs, gyros, donas y demás, así como que la mayoría de los bares permanecen abiertos. Sin embargo, el simple pensamiento de poner algo sólido en mi estómago me espanta, y es que parte de mi estado alucinógeno actual se debe no sólo al arte callejero, sino también al proceso digestivo al que mi cuerpo lleva dedicado varias horas.

¿Con respecto a los bares? No es necesario gastar dinero en ellos, si traigo mi termo lleno de tequila; y aunque debo andar con cuidado para no repetir la aventura que viví la noche del estreno de la obra de teatro experimental de Mauro Blue calzones, es siempre útil ahorrar. Esa noche me corrieron de un bar por compartir mi agave aparentemente de forma ilegal. La mesera, más seria que un proctólogo con dolor de muelas, al verme sacar mi termo me pidió abandonar sus instalaciones. Guiseppina, asustada, le preguntó que adónde me iba a ir, y yo, en un esfuerzo enorme por esconder la humillación del momento, respondí que al infierno, y a la mesera le advertí que un día cercano se arrepentiría de su cruel acto.

Vuelvo a Nuit Blanche. El evento está distribuido en tres zonas: la A (centro-norte, con 64 destinos), la B (centro-sur, con 42 destinos) y la C (sur-oeste, con 50 destinos, y donde está Liberty Village).

Describo algunas de las instalaciones más interesantes de la zona C: Purified by fire (Purificado por el fuego), de Mathew Suib, originario de Filadelfia: se han colocado varias pantallas en las enormes ventanas del edificio del mercado, donde se proyectan imágenes de un incendio. Aunque las imágenes provienen de la película Full Metal Jacket, de Kubrick, lo realmente atractivo de esta instalación es la paz que causa ver el fuego contenido e imaginario. La belleza de este elemento en verdad purifica los horrores de lo que destruye a su paso.

Imagine (Imagina) de Yoko Ono, originaria de John Lennon, es una idea que ablanda el corazón incluso a los críticos más feroces de madame Ono: cuatro árboles se convierten en percheros para deseos que el público escribe en unas tarjetitas blancas y que luego cuelga de las ramas. Leo dos de las tarjetas: "deseo la paz mundial" y "deseo poder comer queso todas las horas de mi vida".

Overflow (Derrame) de Michel de Broin, de Montreal: es una de las instalaciones que más me gustan, porque me recuerda México, mi familia, las cualidades latinas que tanto extraño. La instalación consiste en una cascada que cae desde la ventana del tercer piso de la antigua capilla de la prisión, la cual está rodeada por un parque con pasto perfectamente podado y sin acceso al público, haciendo que la obra sólo pueda apreciarse a distancia. No entiendo por qué me causa tanta nostalgia; quizá sea el recuerdo de las inundaciones defeñas después de un aguacero, ya que según el artista su trabajo investiga la resistencia, la reorganización y el caos. ¿A poco no suena al D. F.?

I promise it will always be this way (Te prometo que siempre será de esta manera), de Jon Sasaki, artista local: un perfomance donde hay alrededor de veinticuatro personas simulando ser mascotas de diferentes equipos deportivos y que celebran sin razón alguna en medio del estadio de futbol Lamport. La entrada es libre y los espectadores chiflan y animan a las mascotas a seguir con la fiesta. Las mascotas, a su vez, responden a la euforia de los espectadores mediante bailes, piruetas y maromas, pero paran si están cansadas o si el público deja de aplaudir. Para cuando llegamos al estadio, varias de las mascotas están desparramadas en el pasto con el disfraz caído, fumando como chimeneas, bebiendo cerveza o echándose un sueñito.

Emprendemos la salida de la zona C hacia el noreste, por la calle Strachan, y una vez en Queen Street esperamos el tranvía que, con suerte, nos llevará por el este, hasta las calles de la zona A. Digo con suerte, porque a pesar de que el gobierno de la ciudad promete constantemente mejorar la cantidad y frecuencia del transporte público, hay más de cincuenta pasajeros en la parada, los cuales, claramente, llevan ahí un buen rato.

Después de media hora de espera le damos un buen trago al tequila traidor e iniciamos una larga caminata hasta llegar al número 100 de la calle Queen (zona A), donde está situado el nuevo edificio de gobierno conocido como City Hall. Se le llama nuevo porque en 1965 remplazó una construcción de 1899, que ahora alberga las Cortes.

La historia cuenta que en los años cincuenta se convocó un concurso internacional para elegir el diseño de un proyecto para un nuevo edificio y plaza de gobierno. Viljo Revell, un finlandés que murió un año antes de la inauguración del City Hall, fue el arquitecto ganador.

El diseño consta de dos torres semicirculares, que parecen idénticas pero no lo son -la torre este tiene 27 pisos; la oeste, 20-, y que abrazan un semicírculo con forma de platillo volador. El proyecto fue considerado ultramoderno para la época y hoy todavía conserva su encanto vanguardista.

El edificio tiene como atrio una plaza muy grande, ideada también por Viljo Revell y bautizada con el nombre de Nathan Phillips Square -en honor del que fuera gobernador de Toronto entre 1955 y 1962. La plaza ha sido remodelada varias veces, pero está en espera de una próxima gran intervención (si se consiguen los 40 millones de dólares necesarios).

En la actualidad hay jardineras, puentes y una fuente que en verano ofrece un show de luces y en invierno se convierte en pista de patinaje municipal. City Hall es el lugar que Scotiabank ha destinado para la instalación más espectacular y cara de la noche -casi la mitad del presupuesto-: Stereoscope (Estereoscopio), de Tim Pritlove y Thomas Fiedler, dos alemanes expertos en tecnología y conocidos como el Blinkenlight Project.

La pieza consiste en lámparas colocadas detrás de las 960 ventanas de las torres y que cuando se activan reproducen juegos clásicos de computadora. Sin embargo, lo más espectacular del asunto es que los juegos que aparecen en las torres-pantalla son activados por el público mediante la marcación de distintos números de teléfono.

Una semana previa a Nuit Blanche, Blinkenlight Project publicó en su página electrónica los números para escoger el juego de computadora deseado, además de impresos en un cartel colocado justo a la entrada de la plaza, por lo que Guiseppina, Mauro y yo marcamos tres teléfonos distintos y, en efecto, vimos que nuestra elección de juegos se reprodujo en las torres-pantalla. Por obvias razones, esta instalación es la única que permanecerá en exhibición el resto de la semana.

Aunque son apenas las tres de la mañana, el cansancio de la caminata y la digestión se están dejando sentir en todas partes, pero especialmente en nuestras patrullas (pies), que continuarán en actividad para poder llegar al metro y luego a nuestras casas. La estación más cercana se encuentra hacia el oeste, en la esquina de las calles Queen y University, frente al Four Seasons Centre for the Performing Arts, que es la nueva sede de las compañías de ópera y ballet nacionales de Canadá y en la cual está la única instalación que veremos de la zona B: A Window on Ballet (Una ventana al ballet).

Una pantalla instalada en el ventanal principal del teatro proyecta la imagen de distintos bailarines ejecutando, como si fuera una clase de biología, los pasos básicos del ballet. Los movimientos son precisos y lentos, los cuerpos son perfectos pero aún orgánicos, como de caballos de carreras, muy distintos del deplorable espectáculo de los borrachos fofos y gritones que de pronto han invadido la ciudad.

El Toronto artístico se ha convertido en arena de competencias ridículas, como el lograr orinar en plena calle sin ser detenido por la policía. Y así, esquivando orines, babas, vómitos y gritos, entramos heroicamente en la estación del metro University. Con el pasaje pagado resulta difícil hacer caso a nuestro sentido común de salir a buscar un taxi a pesar de llevar una hora esperando la llegada del tren.

Son ya las cuatro de la mañana, pero lo bueno es que los 2.75 dólares que no estamos dispuestos a perder, nos permiten ver en primera fila el show Off-Nuit Blanche; ese espectáculo que no es patrocinado por ningún banco y que nos da la oportunidad de observar la instalación construida con el comportamiento y la moda de la juventud de Toronto: Drunken and what? (Hasta las chanclas. ¿Y qué?).

Las faldas de las chicas son tan cortas que es posible ver el origen de la creación de vientos, así como sus olorosas secuelas. Los niveles de alcohol en los chicos son tan altos que fácilmente podrían calentar la ciudad durante todo el invierno. Una joven se ha quedado dormida en el piso y pierde el tren que llega. Subimos al vagón, las minifaldas se cuelgan de los tubos; "es mi cumpleaños", grita una, y todos la vemos con una mezcla de humor, pena ajena y miedo. Salimos a la calle profundamente afectados. Hay zombis en la calle. ¿Será que Nuit Blanche se extendió hasta Halloween?, y ¿de ahí que Guiseppina, Mauro y yo hayamos envejecido tan rápido? I don't know (No lo sé).

Estación de metro College, Toronto, Canadá. 31 de octubre de 2008.


Rubén Bonifaz Nuño, 85 años de vida

Pródigo de arte y enseñanzas, Rubén Bonifaz Nuño llegó a sus ochenta y cinco años de vida. Humanidades y Ciencias Sociales festeja la vida y obra del poeta cuya labor es fundamental para las letras y la filología mexicanas, y, para nuestra Universidad, por la Scriptorum, por su amor a los mundos nahua y maya, por su labor fundacional, un orgullo.

Presentamos algo de su más reciente poesía:

V

Para nada te escondes, vienes
pisando fuerte en mí; te siento
venir, sin ningún placer de adorno.

Sin adornos, a talonazos
sonantes de huesos, a insidia y fuerza,
tomas posesión de este armatoste.

Mi casa ulceras de fantasmas,
mis paredes raes, complacientes
a tus carcomas habituales.

Vienes, así, sin esconderte;
tan molesta, de tan perceptible,
que aunque aprendí lo que es ser joven,
aburrido de morir, quisiera
que algo me tornara a dar la vida.

XV

¿Y hemos de llorar porque las cosas
están así sobre la tierra?
Hay una mujer, quedan amigos
y el desprecio, Flaca, a lo que dueles.
No sé si habré de morir todo;
no todo he muerto; mientras vivo,
me vienes guanga, compañera.

De Calacas, México, El Colegio Nacional, 2005.


Bi / Centenario.

La triste historia, sus fiestas y el olvido (1)

Por José Carlos Hesles*

En esta era de conmemoraciones en que la consigna es ningún año sin aniversario, de celebraciones diarias por décadas y centenarios, la historia de México va tomando un giro alegre y festivo. Una serie de comisarios y comisiones de grandes y pequeños eventos, congresos, coloquios, simposios, seminarios, cátedras, libros, revistas, debates y documentales radiofónicos y televisivos, telenovelas y películas, páginas de Internet, anuncian el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución. La pregunta de Ibargüengoitia es casi un tabú en cada uno de estos actos rituales, espectaculares: "cómo no va a resultar triste una historia que después de empezar tan bien y de seguir regular", empeora tanto; pero, "no todo es así. Después viene la fundación del PRI".

Y después viene la transición democrática. En un inquietante ensayo, O'Gorman reducía alegóricamente "el trauma de nuestra historia" a la cabeza bifronte de Jano: la mitad del rostro mirando al pasado y la otra al futuro; en el drama de dos ideales imposibles: la tradición y la modernidad; en el juego de espejos entre las "dos Américas": Estados Unidos y Latinoamérica. No se refería tanto a experiencias traumáticas, los acontecimientos límite de nuestra "triste" historia: las guerras civiles tras la Independencia, la guerra contra los Estados Unidos y la pérdida masiva del territorio nacional, la invasión de tropas francesas durante el Segundo Imperio, las violencias en diferentes escalas de la pax porfiriana, la Revolución y el régimen posrevolucionario; O'Gorman se refería en todo caso a sus efectos en cierto sentimiento común de fracaso histórico. Es un tabú que, sin embargo, torna intensamente significativas las conmemoraciones por la historia de México.

La "cultura de la derrota", los procesos de duelo por los "traumas nacionales", como sugiere Claudio Lomnitz, producen "un exceso de invocación histórica". La dramatización del dolor, el sufrimiento por pasados recientes o remotos es una forma de estar en el presente. La historia abierta al público, fuera de los espacios cerrados de la academia, se vuelve sumamente significativa, en los géneros discursivos, en los regímenes de enunciación de las representaciones de lo político; incluso en la presentación personal de los políticos. Lomnitz sugiere que el recurso al pasado es dominante en las izquierdas latinoamericanas, como una "rectificación de la historia: un regreso a los orígenes, una segunda oportunidad".(2)

En la teleología democrático-liberal de México contada en la clave épica de los héroes fundadores -contra los villanos: los traidores-, o en la clave mesiánica de los mártires por la salvación en la modernidad -el progreso, el desarrollo-, la historia es una sucesión de fracasos heroicos y gloriosos en la lucha por la libertad, la democracia. Ibargüengoitia escribió brillantes páginas sobre esta oscura ironía que forma el stock de imágenes del imaginario constituyente de lo político -no constituido realmente, pero constitutivo de la realidad.

Es un sistema, una red de símbolos que los mexicanos hemos tejido y que tornan significativas nuestras experiencias y expectativas, una trama que configura, en el lenguaje político, nuestro vocabulario moral, el idioma normativo de nuestro repertorio doctrinal, ideológico. Los debates en torno a la reforma energética son un ejemplo reciente. El lamento de O'Gorman en su discurso Del amor del historiador a su patria -sentimiento que motiva ética y apasionadamente su ensayo sobre el "trauma de nuestra historia"- sigue siendo por eso vigente: contra el "evangelio" o relato histórico "fatalmente predestinado al triunfo de una sucesión de hombres buenos buenos sobre otra sucesión de hombres malos malos". Es vigente, porque lo es la creencia en ese destino fatal: los buenos triunfarán sobre los malos -al final de los tiempos, de la historia, serán los bienaventurados.

Por eso la fiesta, la construcción del culto de los héroes, ha sido en México tan importante como problemática: por decreto, en la literatura apologética, con su majestuosa iconografía y estatuaria monumental, su presencia tanto en las calles y plazas como en el calendario cívico. "Los buenos festejos cívicos son la cosa más difícil de inventar […] sin provocar divisiones ni enemistades", decía Ibargüengoitia; "más problemático es festejar de manera adecuada a hombres que cambiaron el curso de la historia sin poner a la nación en peligro de que por los festejos, el curso de la historia vuelva a cambiar".

La "manera adecuada" para los comisarios y las comisiones del Bi / Centenario ha sido la "pluralidad" sin exclusión, la inclusión de múltiples historias, memorias y conmemoraciones, todas tan diversas como variadas, dispersas y confusas, por las que se festejan las efemérides entre 1810 y 1910, entre ese año y el 2010, en grandes y pequeños eventos. Es la "manera adecuada" para las élites políticas y culturales que representan tal "pluralidad": nuestra clase política, fragmentada, y el star system intelectual.(3) Entre ambos circulan recursos materiales y simbólicos, mediados por las facciones de la burocracia estatal, para la representación ritual y espectacular, en las diferentes esferas del espacio público, del consenso canónico en torno al santoral de los héroes por un lado y, por otro, al relativismo en el que todo es igualmente valioso; frente a ellos el campo académico administra un recurso escaso: la autoridad del saber, pero con una autonomía relativa, comprometida en la fiesta.

Esta "pluralidad" se justifica frente al olvido: recordarlo todo y celebrarlo con alegría. Múltiples son las formas del olvido: olvidamos lo que es insignificante del pasado para nuestras realizaciones prácticas en el presente, lo significativo y valioso del presente que creemos innecesario para el futuro, lo traumático -por supuesto-, lo que de nuestras experiencias pasadas ya no identificamos en nuestras expectativas futuras. Y olvidamos por saturación de recuerdos indiferenciados -como cuando despertamos de una larga noche de fiesta.

*Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM.

1 Este ensayito salió del espacio de reflexión que para mí ha sido el seminario "Memoria y política" que dirige Nora Rabotnikof en el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM; y es un fragmento de una investigación que realizo con Eugenia Allier Montaño. Las fallas que el lector identifique en estas páginas son mías.

2 En Bolivia, Evo Morales recurre a la retórica de los quinientos años para "rectificar" la imposición colonial de blancos sobre indios; en Venezuela, Hugo Chávez refiere la "redención nacional" a la fundación de la república por Bolívar; en Chile, Michelle Bachelet recurre a las memorias del golpe contra Allende; en Argentina, los Kirchner recurren al peronismo; en Uruguay y Brasil, los triunfos de Tabaré Vázquez y Lula son referidos a la marcha por la democracia contra las dictaduras. En Perú, la reelección de Alan García es una "segunda oportunidad". En México, la izquierda echa mano del nacionalismo cardenista, la defensa de los derechos comunitarios de Zapata, el republicanismo laico juarista; la transición democrática tiene sus referentes en 1968 o el fraude electoral de 1988; o a la derecha, en 1910. En ambos casos contra el priísmo.

3 Fernando Escalante Gonzalbo lo explica con toda claridad; pero por resumirlo: un sistema de celebridades que es producto de las tendencias de concentración oligopólica de las industrias culturales y su integración vertical, tanto de la industria editorial, incluida la prensa, como de los medios electrónicos, la radio y la televisión.

BIBLIOGRAFÍA

Escalante Gonzalbo, Fernando, A la sombra de los libros. Lectura, mercado y vida pública, México, Colmex, 2007.
Ibargüengoitia, Jorge, Instrucciones para vivir en México, México, Planeta, 2007.
Lomnitz, Claudio, "Foundations of the Latin American Left", en Public Culture, vol. 19, núm. 1, invierno de 2007.
_____, "Narrating the Neoliberal Moment: History, Journalism, Historicity", en Public Culture, vol. 20, núm. 1, invierno de 2008.
O'Gorman, Edmundo, Historiología: teoría y práctica, México, UNAM, 2007.
_____, México. El trauma de su historia, México, Conaculta/UNAM, 2002.


Del encierro al recuerdo: El Palacio Negro de Lecumberri

A finales del siglo XIX y principios del XX, México -como el resto del mundo- vivió una serie de transformaciones sociales, políticas y culturales fuertemente influidas por países europeos, como Francia. Entre otros aspectos, el estilo de vida, la indumentaria, el arte y la arquitectura franceses fueron adaptándose poco a poco en el país, ya fuese por convicción o por imposición.

Arquitectónicamente, se trató de una época fructífera e innovadora. En toda la República mexicana, particularmente en la capital, se erigieron numerosos edificios y se realizaron mejoras urbanas que comprendieron desde la edificación de fuentes y monumentos en las principales avenidas de la capital, hasta la construcción de estaciones ferroviarias. En todo el país se perfeccionaron los servicios sanitarios y se modernizaron y construyeron, según fuera el caso, cárceles y mercados.

En este contexto, se determinó la edificación de un moderno presidio en la ciudad de México, el cual se sumaría a los esfuerzos por modificar el deteriorado sistema penitenciario del país. Así, en 1881 "se encargó el desarrollo del proyecto a una comisión compuesta por los señores José M. del Castillo Velasco, José Yves Limantour, Miguel S. Macedo, Luis Malanco y Joaquín M. Alcalde, además de los generales José Ceballos y Pedro Rincón Gallardo, D. Agustín Rovalo y los ingenieros Antonio Torres Torija, Remigio Sáyago y Francisco de P. Vera" quienes, junto con el ingeniero Antonio Torres Torija, responsable del proyecto, se ocuparon de la edificación del inmueble en un predio entonces propiedad de un español de apellido Lecumberri.

Las obras iniciaron el 9 de mayo de 1885, con la "cimentación del edificio en la parte destinada para los hombres. En 1887 se concluyó bajo la dirección del general Miguel Quintana; en 1892, por el fallecimiento del mencionado general, se encomendó la dirección al ingeniero y arquitecto Antonio M. Anza, quien prosiguió con la obra hasta la terminación del primer piso".

Con la finalidad de agilizar las labores, se contrató a la Pauly Jail Building Manufacturing Company, de Saint Louis Missouri, la cual se "comprometió a realizar el segundo piso en la parte de las celdas con material de acero, siguiendo los planos y espe-cificaciones del ingeniero Anza". El 24 de enero de 1896, la obra fue entregada para que se prosiguiera con la edificación de la torre central.

"La planta diseñada por el ingeniero Torres Torija para el Palacio de Lecumberri siguió los ejemplos clásicos de las peni-tenciarías del siglo XIX, como el de la Santé de París y el de Filadelfia en Estados Unidos. Consideraba un pequeño patio dentro del cuerpo principal, en donde se localizaban la dirección y los juzgados antiguos y un gran conjunto con forma de estrella formado por siete crujías de distintas longitudes; la más pequeña de 49 metros de largo y la mayor de 121 metros. El total de las celdas construidas fue de 886 y en el centro de la estrella se ubicó una torre de vigilancia que contenía los tanques para almacenar agua".

Aunque la obra se concluyó a finales de 1897, "la imposibilidad de conectar la atarjea del edificio con el Gran Canal del Desagüe" retrasó su inauguración -por parte del entonces presidente Porfirio Díaz y su gabinete- hasta el 29 de septiembre de 1900.

La cárcel de Lecumberri fue mixta hasta 1954, año en el que comenzó a funcionar la penitenciaría de mujeres. Por más de siete décadas, atestiguó diversos sucesos históricos que modificaron el rumbo del país, tales como la Revolución mexicana, la guerra cristera y un sinnúmero de movimientos sociales, "entre ellos el asesinato del presidente Francisco I. Madero y del vicepresidente José María Pino Suárez".

También conocida como el Palacio Negro de Lecumberri por las atrocidades cometidas en su interior, la cárcel acogió "los gritos y las demandas de justicia de quienes fueron sus prisioneros durante las décadas de 1960 y 1970". En sus paredes quedaron plasmadas diversas obras pictóricas, incluyendo algunas que realizó David Alfaro Siqueiros en su paso por la prisión en la década de los sesenta a causa de su activismo social.

La sociedad y sus necesidades habían cambiado significativamente desde la inauguración del edificio; el sistema peniten-ciario que existía en el país dejó de ser funcional y nuevos conceptos, como el de readaptación social, comenzaron a surgir. Los horrores cometidos en el interior de Lecumberri, aunados a las transformaciones que se estaban gestando en materia penal, propiciaron que la cárcel dejara de funcionar.

Si bien se pensó en destruir el inmueble, diversas voces se levantaron para señalar la importancia de preservarlo, "pues además de que las piedras no eran responsables de lo que había sucedido, era y es necesario preservar los monumentos que, de una u otra forma, son parte de la historia y conforman la identidad de una ciudad".

Salvaguardado el edificio, Jesús Reyes Heroles -entonces secretario de Gobernación- decidió convertirlo en sede del Archivo General de la Nación. El arquitecto Jorge L. Medellín y la historiadora Alejandra Moreno Toscano se encargaron de la obra.

En 1977 ya se estudiaba la posibilidad de "concentrar en un solo edificio la totalidad de los archivos dispersos y así unificar el control, información y conservación de esta documentación". Después de analizar las alternativas, se eligió Lecumberri por poseer los espacios necesarios para el óptimo funcionamiento del AGN. En 1979, el presidio dejó de funcionar y se emprendieron las labores de remodelación. Tres años más tarde, en octubre de 1982, el archivo fue inaugurado.

En la actualidad, "la construcción está compuesta por un edificio administrativo y siete edificios formados por crujías dobles de dos pisos, que confluyen en un patio central. Las 860 celdas de la estrella de siete brazos albergan 322 fondos documentales, seis millones de imágenes, 7,131 mapas, 1,500 códices novohispanos y un sinfín de archivos públicos y particulares que van desde el documento de un beato español del siglo XIII hasta los registros e imágenes de nuestro presente".

Algunos de los documentos que resguarda el AGN datan del siglo XVI y comprenden códices, mapas, correspondencias pri-vadas, documentos oficiales, testamentos, asuntos militares, eclesiásticos y civiles, registros de inventos y bienes, planos, etcé-tera. Entre éstos destacan "las diversas constituciones nacionales y estatales; el juicio de residencia de Hernán Cortés, en 1526; la doctrina cristiana en lengua mexicana de fray Pedro de Gante y la causa de Maximiliano. Es también depositario de las cartas de Emiliano Zapata a Francisco Villa y del Acta de la Convención de Aguascalientes, así como edictos, bocetos arquitectónicos, canciones de los presos, estadísticas de criminalidad, grabados de José Guadalupe Posada y pinturas de David Alfaro Siqueiros" que pueden consultarse en el recinto.

"El Archivo General de la Nación depende de la Secretaría de Gobernación y tiene la responsabilidad de custodiar, ordenar, describir, restaurar y difundir los documentos y expedientes que conforman sus acervos, facilitando y promoviendo su consulta y su aprovechamiento público".


Libros y autores

Revista Universidad de México

Conocida y popular es la frase "buscar una aguja en un pajar", como sinónimo de la dificultad de encontrar cierta información entre un cúmulo de materiales. La principal finalidad de un índice es precisamente la de proporcionar a los investigadores la ubicación precisa de un texto determinado. Además de este beneficio innegable, el estudio de una publicación de vida larga y prestigiosa como la Revista Universidad de México, aporta a los ojos del consultor un puntual panorama que lo ilustra acerca del contexto cultural en que surge y se desarrolla dicha publicación; informa sobre sus directores, quienes de manera indiscutible le imprimen un sello particular; asimismo, ofrece un balance respecto a los colaboradores y el tipo de textos que componen cada uno de sus números.

Dirigir nuestra mirada entonces hacia el estudio y la conformación de los índices del órgano que durante décadas ha resumido en sus páginas el acontecer universitario y del país, resulta, además de un privilegio, un deber que como universitarios tenemos con nuestra Máxima Casa de Estudios. El presente trabajo se ocupa tan sólo de las dos primeras épocas de una revista que, hasta nuestros días, cumple una labor fundamental: vincular a la Universidad con todos los sectores que la integran.

Raquel Mosqueda Rivera, Revista Universidad de México. Índices, estudio y apéndices biográficos. 1 ª y 2 ª épocas, México, UNAM-IIFL, 2008, 400 pp.

Sacrificio y castigo entre los zoques de Chiapas

Las páginas que componen esta obra son el resultado de varios años de vivencias de trabajo en Chiapas. Son, también, una mirada oblicua a la realidad chiapaneca dibujada, o sería mejor decir, desdibujada, por un ingente número de informaciones desde 1994 hasta la fecha.

El empeño de la investigación consiste en reconstruir los parámetros empleados para la definición étnica de los indígenas. Por ello, conceptos como los de tradición, territorio o prácticas religiosas son revisados desde el trabajo de archivo y etnográfico para destacar, por una parte, las diferencias que los zoques, y concretamente el municipio de Tapilula, ofrecen respecto a otros municipios o regiones de Chiapas, y, por otra, para asentar que las variantes históricas no deben ser absorbidas en un trasfondo esencial inamovible que olvida que la cultura no es tal sino un proceso.

Los elementos culturales son imprescindibles para una diferenciación o identificación étnica, pero ello no impide criticar el orden social y político de las clasificaciones que nombran estas diferencias. En definitiva, la obra polemiza con aquellas categorías que usan denominaciones étnicas y culturales sin un atisbo de razonamiento crítico.

Miguel Lisbona Guillén, Sacrificio y castigo entre los zoques de Chiapas, México, UNAM-PROIMSE, 2004, 385 pp.


Tendencia juvenil

APERTURA SEXUAL DE LOS JÓVENES

Apenas un par de lustros atrás, el tema de la sexualidad estaba casi vedado para los jóvenes que se hallaban ante el pleno despertar de su libido. En la actualidad existe mayor apertura al respecto; sin embargo, el tema sigue encubierto por algunos velos oscuros que impone el sector conservador de la sociedad.

Lo anterior provoca que la educación sexual sea materia de continuo debate. Las diferencias de opinión son muy grandes cuando se trata de dilucidar hasta qué punto debe ser explícita la información utilizada para ilustrar este tema, a qué edad debe iniciarse dicha instrucción o con qué frecuencia debe hacerse llegar la información a los educandos.

Aunque la edad en que los jóvenes experimentan su primer contacto sexual varía debido a factores como condición socioeconómica, credo, género e inclusive nacionalidad, hoy en día los chicos inician su actividad sexual a una edad más temprana en comparación con las generaciones que los anteceden.

La Encuesta de Salud Reproductiva de los Adultos Jóvenes de América Latina indica que la edad media en que los varones jóvenes consuman su primera cópula es de los 13 a los 16 años, y en las mujeres, de 16 a 18 años, lo cual revela que la actividad sexual premarital es ya común entre los púberes latino-americanos.

El citado estudio también señala que los varones jóvenes declaran tener varias compañeras sexuales y sostener encuentros íntimos con mujeres conocidas de forma ocasional. La mayoría de las jóvenes, en cambio, exponen que inician y continúan su vida sexual con su compañero sentimental.

Sin embargo, lo cierto es que se ha incrementado el índice de embarazos en adolescentes, a tal grado que la preñez es ya la primera causa de muerte de menores de edad en países en desarrollo. Del mismo modo, las enfermedades de transmisión sexual en ese estrato de la población mundial se han disparado.

Es evidente que los jóvenes de hoy ejercen una libertad sexual antaño impensable. Ante tal fenómeno, se vuelve necesario que las instituciones educativas tomen cartas en el asunto para procurar salud sexual y reproductiva a las nuevas generaciones.

El embarazo en jóvenes, por ejemplo, se ha vuelto una de las problemáticas fundamentales de las políticas de salud y poblacional en México. No obstante, varias investigaciones y políticas dirigidas a mejorar la salud sexual de los adolescentes, no advierten que la maternidad temprana responde a un contexto económico, social y cultural.

Algunas encuestas demográficas demuestran que un bajo nivel de escolaridad en las jóvenes se asocia con un menor conocimiento y uso de métodos anticonceptivos, así como una menor planeación en la primera relación sexual, lo que hace que las adolescentes estén más amenazadas por un embarazo y por enfermedades de transmisión sexual. También la inequidad de género se agrava en un contexto de pobreza y falta de oportunidades.

En México, donde el 30% de la población es joven, se ha instrumentado una política educativa al respecto. A mediados de los noventa, la Secretaría de Educación Pública, la Secretaría de Salud y otras instituciones públicas y privadas, iniciaron la labor de incluir en los libros de texto gratuito el tema del desarrollo sexual humano, integrando las esferas física, emocional y social.

Desde el cuarto año de primaria, el libro de ciencias naturales ofrece una lección de sexualidad. En el libro de sexto se profundiza en el tema, poniendo especial énfasis en el conocimiento de las relaciones sexuales, la cultura de la prevención, el respeto en la pareja y las enfermedades de transmisión sexual.

Los resultados de esta política ya son palpables. La última Encuesta Nacional de Juventud (2005) indica que el 92.5% de los jóvenes conoce un método anticonceptivo y el 60% de ellos declara usarlos. Tal documento también ilustra que sólo el 1.6% de la población joven mexicana se ha contagiado de alguna enfermedad venérea. En cuanto a reproducción, el 7.6% de las chicas se embaraza entre los 15 y 19 años, y el resto se empieza a reproducir después de los 20.

Pero la Encuesta Nacional de Exclusión, Intolerancia y Violencia realizada por la Secretaría de Educación Pública en 2007 arrojó resultados preocupantes. Al 54% de los alumnos no le gustaría tener como compañero de clase a un enfermo de sida, mientras que el 52.8% no desearían estudiar con un compañero no heterosexual.

Esta misma encuesta indica que el 94% de la población gay mexicana se siente excluida y ha denunciado actos de discriminación contra su persona. Asimismo, el 71% de los jóvenes mexicanos no apoyaría el otorgamiento de los mismos derechos a las personas homosexuales y a las heterosexuales, y el 42% declaró que una pareja homosexual no debe gozar de las mismas prerrogativas que una heterosexual.

Es cierto que las nuevas generaciones cuentan con mayores conocimientos; sin embargo, para que haya un verdadero cambio, la responsabilidad de educar en sexualidad debe ser compartida por padres y maestros bien capacitados, a fin de brindar la confianza necesaria en los jóvenes para que externen sus dudas y necesidades, y de esa manera, también capacitarlos para que, en su momento, sean buenos orientadores en la educación y formación sexual de las próximas generaciones.