Octubre de 2008
Año IV, Número 35


1968 es un parteaguas en la historia política, cultural y educativa de este país

Lourdes Chehaibar Náder

"La expresión crítica es una de las herencias más importantes del movimiento estudiantil de 1968. El que la expresión crítica tomara las calles, las universidades, las aulas, las asambleas o las cámaras es de gran relevancia. La posibilidad de disentir, el respeto -no sólo la tolerancia- al otro y el reconocimiento de la diversidad, constituyen grandes enseñanzas del 68", asentó la directora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), Lourdes Chehaibar Náder.

En entrevista con Humanidades y Ciencias Sociales, Chehaibar Náder consideró que a pesar de que en "algún momento fueron manejadas o hasta dogmatizadas, vueltas icono en vez de vida", las enseñanzas de 1968 son un asunto más vital. "El que se trate de un movimiento estudiantil -no obrero, sindical o de otro tipo- que responde a la represión, al autoritarismo, es lo que le da tanta vitalidad".

"Ésa es una enseñanza -expresó Chehaibar- que no debemos perder, pues si pienso cómo quisiera que vivieran el 68 los estudiantes de comienzos del siglo XXI, me gustaría que lo vieran como la posibilidad de soñar, de transformar y de fraguar proyectos, porque tenemos una juventud muy desolada, poco esperanzada en mejores mañanas. La juventud de 1968 creía firmemente en mejores mañanas, era otro mundo, otra realidad planetaria, pero eso no se debe perder".

"Como universitarios, yo recuperaría esa capacidad de soñar, de imaginar un mejor futuro; aunque suene un poco romántico, creo que hace mucha falta. Este país, que está tan golpeado y lastimado, tan sensible a la agresión, a la violencia, a la inseguridad, debe creer en el provenir; los jóvenes tienen que ser bandera para eso".

Al explicar cómo está trabajando el IISUE la información de 1968, la especialista señaló que existen dos grandes vertientes: la exposición de material gráfico y documental denominada "1968: un acontecimiento, varias versiones" y la realización del coloquio a "A 40 años del 68", los días 1, 2 y 3 de octubre.

"El coloquio trata de abordar cuatro aspectos principalmente. En primer lugar convocamos a algunos de los protagonistas para que hagan una reflexión crítica, retrospectiva, de su experiencia; estarán con nosotros seis de ellos. Posteriormente, buscamos la reflexión de los analistas -en particular de los historiadores y sociólogos que han estudiado los impactos del 68-, quienes participarán en dos mesas denominadas 'Miradas retrospectivas', donde se ofrecerá un análisis del impacto del movimiento, de sus avatares y trascendencia, entre otros efectos. El tercer eje de análisis aborda la imagen como un referente que permite relecturas de múltiples dimensiones para hacer historia, para hacer sociología. En la mesa 'Las imágenes del 68', invitamos personas que han trabajado el cine documental y la fotografía como elementos para el estudio de la realidad desde otras perspectivas. Por último, organizamos la mesa 'La educación superior en 68', que involucra directamente al Instituto y analiza cómo impactó el 68 en la educación superior".

"En el coloquio participan académicos de la Facultad de Filosofía y Letras, el Instituto de Investigaciones Bibliográficas, el Instituto de Investigaciones Sociales y el IISUE de la UNAM, así como del Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora, el COLMEX, la Universidad Autónoma Metropolitana y la Universidad Iberoamericana, entre otros.

Nos pareció central organizar este evento porque 1968, independientemente del icono en que se ha convertido, es un parteaguas en la historia política, cultural y educativa de este país. Los efectos del 68 en el desarrollo social y educativo son innegables, por lo que debe otorgárseles un espacio para debatirlos, tanto entre la comunidad académica interesada como por la comunidad en general.

Más que conmemorar el cuarenta aniversario del movimiento, esta línea de acción busca promover la reflexión y decir, a cuatro décadas, cómo lo leemos, cómo nos leemos y cómo nos vislumbramos hacia el futuro. Ésa es la mayor preocupación del coloquio.

Aunado a éste, decidimos hacer una exposición, titulada '1968: un acontecimiento, varias versiones', porque el Archivo Histórico de la Universidad -el cual forma parte de este Instituto- tiene, dentro de su memoria, fondos directamente vinculados con el 68. El Archivo Histórico resguarda documentos institucionales afines a la historia de la Universidad, pero también posee una serie de fondos llamados incorporados, que han llegado a conformar parte de su acervo por donaciones o compraventas a lo largo de su existencia. En concreto, el Archivo Histórico hoy en día tiene 132 grupos documentales que equivalen a tres y medio kilómetros lineales de documentos textuales, y poco más de medio millón de unidades iconográficas y sonoras (es decir, fotografías, negativos, diapositivas, carteles, cintas, discos, películas, etcétera).

Varios de esos 132 fondos documentales contienen información sobre el movimiento estudiantil del 68, y ofrecen diversas miradas del mismo suceso. Así, están los acervos de Esther Montero, Justina Lori y Ethel Villanueva, quienes participaron como estudiantes en el movimiento, y los fondos Pablo Sandoval Ramírez, César Gilabert, Fernando Serrano Migallón, que testimonian la actuación de los jóvenes universitarios. Asimismo, contamos con el fondo Manuel Gutiérrez Paredes, que reúne más de un millar de imágenes de quien fuera fotógrafo del entonces secretario de Gobernación, Luis Echeverría; y una colección del entonces gobernador del estado de Veracruz, Fernando López Arias. Tenemos una gran riqueza de información en las colecciones Hemerografía de movimientos estudiantiles y Hemerografía del movimiento estudiantil del 68. Igualmente, contamos con la colección Memoria Universitaria, Gaceta UNAM, Revista de la Universidad, Barros y Raúl Estrada Discua y el fondo Universidad, donde se reúne información textual y gráfica sobre la participación institucional de la Universidad, generada en la propia institución y en los medios impresos.

Los acervos contienen hemerografía, notas de prensa, artículos periodísticos y de revistas, informes, declaraciones, cartas abiertas, manifiestos, denuncias, canciones, carteles, desplegados, folletos, volantes, etcétera. Algunas de estas colecciones presentan fotografías de las manifestaciones, los mítines, las asambleas, así como de pintas y caricaturas.

Daré un ejemplo de la riqueza que poseemos. Existía en el campus, frente a Rectoría, una estatua de Miguel Alemán que había sido dinamitada y cubierta con varias láminas que pintaron los estudiantes y diversos artistas plásticos en apoyo al movimiento estudiantil; a estas pintas se les conoció como el 'mural efímero'. Ethel Villanueva le sacó fotografías, y es uno de los registros testimoniales con que cuenta el Archivo Histórico de la Universidad.

Otro ejemplo es el relativo al fondo Manuel Gutiérrez Paredes, 'Mariachito', quien fue fotógrafo de Luis Echeverría. El AHUNAM tiene los negativos de las fotografías que hizo en el 68. Ésta es la mirada del poder; es una visión muy distinta de las del mural efímero o de las imágenes de las manifestaciones captadas por los estudiantes. En estas fotos, el lente de la cámara, en una manifestación, registra todas las mantas de apoyo, o de los grupos participantes; en las imágenes de Tlatelolco, no hay fotografías de las masas, sino de los rostros.

Para nosotros es muy importante mostrar estos acervos que contienen información del 68, para que la comunidad universitaria y los diversos sectores sociales tengan acceso a las diferentes visiones de un mismo acontecimiento. La exposición no hace juicios; simplemente presenta los documentos. Esto permite a los visitantes conocerlos y enriquecer su propia reconstrucción sociohistórica, a cuarenta años de los sucesos. Y esta exposición, a diferencia de muchas otras que se han hecho en esta fecha -como la del Memorial del 68 en el Centro Cultural Universitario de Tlatelolco, el IPN, el INAH, el Museo de la Fotografía y otras más-, tiene como sello distintivo documentar la postura de los universitarios, tanto de los estudiantes como de las autoridades, quienes desempeñaron un papel clave en los acontecimientos. Todo ello se muestra en los carteles y volantes que describen la lógica de trabajo cotidiano de las brigadas; en los discursos, cartas y registros fotográficos de la participación del rector Barros Sierra; en la propia prensa; en fin, en el protagonismo de la Universidad Nacional.

La exposición '1968: un acontecimiento, varias versiones' permanecerá abierta hasta el 28 de noviembre. Esperamos que sea muy visitada, especialmente por la comunidad estudiantil.

Paralela a la exposición, realizaremos una colección de suplementos en Gaceta UNAM, en colaboración con la Dirección General de Comunicación Social. Sabemos que la mayoría de las personas conocen mucho del 2 de octubre, pero ignoran sus antecedentes; por ello, los suplementos concentrarán la historia del movimiento y toda la participación de la Universidad y del rector Javier Barros Sierra. Además del contexto explicativo y las fotografías de nuestros fondos, la colección incluirá otro tipo de materiales agregados, como canciones y poemas compuestos por los estudiantes en el 68.

En nuestros archivos existen canciones -evidentemente de protesta- que acompañaban el sentimiento de los universitarios. La idea es publicar algunas y sugerir las tonadas con las que deben cantarse, con música de 'Cielito lindo' o de 'Rosas en el mar', por ejemplo. En cuanto al coloquio, trataremos de formar una publicación digital de memorias del evento".

¿Cuáles son los obstáculos y/o retos que han enfrentado en esta labor?

-El transmitir la información y la relevancia del 68 a generaciones que no lo vivieron ni remotamente, podría considerarse el mayor reto. Hoy en día, para los estudiantes de la Universidad el 68 representa un icono muy vacío, es algo así como las playeras del Che: son imágenes que se van quedando fijas en la memoria colectiva, pero que tienen poca significación.

Por esta razón se llevarán a cabo los dos actos académicos. El coloquio es muy importante para lograr una reflexión académica entre universitarios, pero la exposición es fundamental para los estudiantes, para que logren tener una visión lo más completa posible a través de las imágenes y los documentos, a fin de poder hacer su propia reconstrucción y llenar de contenido algo que normalmente conocen como la matanza de Tlatelolco y nada más.

Para los jóvenes de hoy, tomar la calle, por ejemplo, ha perdido significación. En cambio, tomar la calle en 1968 tenía otro alcance; significaba diversidad de participación política. En el 68 era un tema central, pero en el 2008 no lo es; son otros los problemas que existen.

Así, nuestro principal reto consiste en ofrecer una imagen lo más comprehensiva posible de un movimiento y todas sus posibles vertientes o derivaciones. No sé si lo conseguiremos; pero creo que será así. Además, hay retos operativos y cotidianos, como la cantidad de tiempo y recursos disponibles para hacer un evento de este tamaño. Sin embargo, creemos que vale la pena, que la experiencia para el país y el análisis de esta experiencia ameritan la inversión de tiempo, esfuerzos y recursos financieros.

¿Cuál fue la mecánica que emplearon para determinar la exposición?

-Fue un trabajo colectivo muy interesante. Al frente estuvo la maestra Sandra Peña, quien es la jefa de Difusión y Servicios del Archivo Histórico de la UNAM -el cual depende del Instituto-, en colaboración estrecha con el doctor Alberto del Castillo, del Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora. Ellos encabezaron un equipo básicamente formado por gente del archivo y algunos miembros del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, que también ha estado con nosotros en este esfuerzo.

Se revisó el material de los fondos y, con la experiencia de los investigadores, en este caso del doctor Del Castillo, se realizó un guión museográfico, se seleccionaron las mejores imágenes y/o documentos y se armó toda la propuesta de la exposición. Para el montaje de ésta y la reproducción de las imágenes contamos con la colaboración muy destacada de las secciones de Reprografía y Conservación y Restauración del AHUNAM. En cuanto al coloquio, la tarea recayó en la doctora Alvarado, el doctor Del Castillo y la doctora Silvia González Marín, de parte de Bibliográficas.

Con estas actividades, ¿podría considerarse que se hace una reconstrucción multidisciplinaria del movimiento?

-Lo trata de ser, aunque no esté planteado así. Esta reconstrucción multidisciplinaria se da a través de la mirada del los invitados, sobre todo en lo que respecta al coloquio, ya que contamos con filósofos, historiadores, sociólogos, pedagogos y gente dedicada a estudiar y/o a crear imagen. En la actualidad, las ciencias sociales y las humanidades permiten reflexionar desde muchas miradas, las cuales nos ayudan a entender los fenómenos de manera más comprehensiva que si los vemos desde un solo enfoque.

¿Cualquier persona puede consultar los acervos? ¿Son accesibles al público?

-Sí; no todos están clasificados y catalogados, pero en general están abiertos al público, a la búsqueda y al análisis. Eso es parte central de un archivo histórico: poder poner a disposición los materiales. Queremos hacer, a partir de esta experiencia, una base de imágenes en línea; ese esfuerzo también lo estamos realizando con el Instituto Mora. La idea es tener acceso remoto a esos fondos y digitalizar los archivos, aunque eso ya requiere mayores recursos humanos y materiales; no obstante, vamos a intentar, con el esfuerzo de la exposición, adelantar este proceso para poner a disposición las imágenes.

Esos tres kilómetros de información que tenemos -más de medio millón de acervo gráfico- pueden consultarse, pero no todo está organizado ni está disponible en bases digitalizadas. Ése es un proceso de años; además, los archivos siempre crecen, nunca están al día porque siguen aumentando cotidianamente.

Lourdes Chehaibar Náder es maestra en Pedagogía por la Universidad Nacional Autónoma de México. Las áreas de investigación que aborda son política educativa, currículum universitario y formación de profesores universitarios. Actualmente tiene a su cargo la dirección del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE). El Congreso Universitario de 1990. Las reformas en la UNAM de 1986 a 2002, es una de sus publicaciones más recientes.