Septiembre de 2008
Año IV, Número 34


La historia de México no se puede entender si no se estudia su pasado más remoto:
Luis Prieto Reyes

El Centro de Estudios de la Revolución Mexicana Lázaro Cárdenas inició sus actividades el 30 de noviembre de 1976. En agosto de 1978, a sugerencia de su entonces director honorario, Luis González y González, se llevaron a cabo las primeras Jornadas de Historia de Occidente, con el propósito de estudiar y discutir los trabajos de investigación, precisamente desde el occidente de México.

Luis Prieto Reyes, actual director general del centro, conversó con Humanidades y Ciencias Sociales sobre el origen de las jornadas y sus aportaciones en el ámbito académico, político y social. Prieto Reyes también anunció que el 23 y 24 de octubre de este año se realizarán las XXX Jornadas de Historia de Occidente, con el tema México: dos siglos de revoluciones.

La entrevista tuvo lugar en las oficinas del centro, ubicadas en Diego Rivera 140, colonia San Ángel, entre las calles Campestre y Fresnos. La casa que alberga esta institución cuenta con imágenes históricas invaluables; son fotografías de una década de constantes transformaciones: reforma agraria, expropiación petrolera, entre otros momentos clave de la vida nacional. Luis Prieto adelantó los nombres de los conferencistas que expondrán sus temáticas en la Unidad Académica de Estudios Regionales de la Coordinación de Humanidades de la UNAM, ubicada en Jiquilpan, Michoacán; sede que el centro dejó en comodato a la UNAM.

Hay que recordar que gracias al esfuerzo del Centro de Estudios de la Revolución Mexicana Lázaro Cárdenas, cada una de las jornadas se ha publicado, y con ello se ha dejado un valioso testimonio de la historia nacional. Estos libros son documentos indispensables para cualquier estudioso de la historia mexicana.

Licenciado en derecho por la UNAM, Prieto Reyes ha laborado en la Junta de Asistencia Técnica de la ONU, con sede en Nueva York (1955-1956), y en el Departamento de Difusión Cultural de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (1957-1958). Fue empleado del Centro de Desarrollo Social de la Secretaría de Salubridad y Asistencia (1959) y miembro del Comité de Estudios del Río Balsas, en los departamentos Jurídico y de Difusión Cultural (1960). Colaboró con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en la Subsecretaría Forestal y de la Fauna, en Asuntos Internacionales y Ecología (1973-1975). Desde 1976 trabaja en el Centro Lázaro Cárdenas; primero como coordinador (1976-1981), y luego como director general (desde 1982 hasta la fecha).

¿Cuándo fueron las primeras Jornadas de Historia de Occidente?

-Las primeras jornadas se realizaron en un solo día y se prepararon durante cuatro semanas. El historiador Luis González y González (1925-2003) nos convocó para organizar las Jornadas de la Historia de Occidente. Él fue director del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, fundador del Colegio de Michoacán y miembro del patronato de nuestro centro hasta su muerte.

El comienzo de las jornadas fue muy enriquecedor; muchos de los investigadores que asistieron se estaban forjando y tuvieron la posibilidad de intercambiar conocimientos con quienes ya eran conocidos.

Siempre partimos de la época precolombina de Mesoamérica, porque pensamos que la historia de México no se puede entender si no se estudia su pasado más remoto, tres mil años atrás. Se denominan de occidente porque ocurren en esa región de la República.

Por supuesto que no negamos nuestro pasado español: el mundo mediterráneo nos ha enriquecido muchísimo. Lo que no debemos olvidar es que a su llegada, los españoles se encontraron con una cultura perfectamente establecida, que poseía conocimientos profundos en materia de astronomía, de convivencia humana. Los mexicas se decían a sí mismos toltecas, y no porque fueran de Tula, sino porque eran civilizados. Llamarse tolteca significaba pertenecer a una ciudad, es decir, se había dejado de ser bárbaro.

En treinta Jornadas de Historia de Occidente se ha hecho hincapié en el mundo precolombino, algo de la Colonia, la guerra de Independencia, la Reforma y la Revolución. En esta última, destacamos con insistencia la presencia de personajes como el general Francisco J. Múgica (1884-1954), a quien considero el alma del Constituyente de 1917. Múgica nació en Tingüindín, población ubicada a cerca de 80 kilómetros de Jiquilpan.

Partimos de la idea de que el occidente de México -sobre todo esa parte de Jiquilpan, Zamora, Guadalajara, etcétera- es zona de mexicanos viejos, de numerosas generaciones. Son una especie de consomé nacional, porque a la costa del oriente siempre estaban llegando nuevos colonos. Esa región, una parte de Guerrero, Chilapa, Tixtla, el mismo Taxco, son de vieja mexicanidad, donde la mezcla precolombina con la española ha dado resultados extraordinarios. Por ejemplo, la cultura culinaria es muy antigua.

El Centro de Estudios de la Revolución Mexicana Lázaro Cárdenas nunca gozó de una buena situación económica, por lo que tuvimos que limitarnos a realizar unos cuantos estudios, principalmente de historia oral. Se recuperaron leyendas, se entrevistó a campesinos y gente de la región.

Éste es el resultado de dos publicaciones, ¿cierto?

-Sí, una de Jiquilpan, que es muy buena, y otra de los personajes que formaron parte de ella. Por lo que se refiere a la historia oral, no se circunscribió a la región; en el D.F. entrevisté a muchas personas que se resistían a ello, como el licenciado Ignacio García Téllez (1897-1985), rector de la Universidad Nacional Autónoma de México. Era un viejo genial, inteligentísimo, ado-rable; fue secretario de Educación y de Gobernación. El alma de la famosa educación socialista, pero no era comunista. Hablaba mucho de un socialismo a la mexicana. Los politólogos deberían analizar sus ideas, porque después de la debacle de la Unión Soviética, otros pueblos y comunidades tienen la oportunidad de buscar un camino al socialismo, el cual puede ser muy legítimo.

Recientemente el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México publicó dos libros espléndidos sobre este tema. La internacional comunista en México: Los primeros tropiezos. Documentos, 1919-1922 es uno de ellos. Cuenta cómo en 1919 vino a México un representante de la Unión Soviética con el fin de formar el partido comunista. Ocurrieron cosas divertidísimas, porque a los dos meses ya existían casi cuatro partidos y polemizaron, como ahora sucede en el PRD.

Es muy importante leer dicho documento pues ayuda a comprender que esa ideología no se arraigó en nuestro país. Debemos recordar que por esas épocas había una tradición de lucha socialista en México, la cual venía del siglo XIX. Era sumamente elemental, pero existía.

Ahora que se cumplen treinta años de las jornadas, ¿cuál será la temática que abordarán?

-Decidimos que el tema de estas jornadas será México: dos siglos de revoluciones, y se llevarán a cabo el 23 y 24 de octubre de este año. Participarán, entre otros: Juan Brom, Marcia Castro-Leal, Álvaro Ochoa, Antonio García de León, Marcela Briz, Juan Ortiz, Patricia Galeana, Jaime Olvida, Margarita Carbó, Pablo Serrano Álvarez, Ricardo Pérez Montfort, Ignacio Sosa, Anna Ribera, Raquel Sosa, Alicia Olivera de Bonfil, Mario Alberto Nájera, Citlaly Rieder, Javier Morett, Rubén Ruiz Guerra y Guillermo Paleta Pérez.

Y como se ha hecho desde 2006, la convocatoria corre a cargo del Centro de Estudios de la Revolución Mexicana Lázaro Cárdenas y en esta ocasión también de la Unidad Académica de Estudios Regionales de la Coordinación de Humanidades de la UNAM.

¿Cuál podría considerarse el principal objetivo del centro y de las jornadas?

-El Centro de Estudios de la Revolución Mexicana nació, fundamentalmente, para racionalizar algunos aspectos de la Revolución Mexicana que nos resultaban muy emotivos; pero sobre todo, para dar a conocer la opinión y el ideario político tanto del general Cárdenas como de Múgica, Jara, entre otros personajes.

En el contexto local, concedimos gran importancia a la microhistoria, ya que existen numerosos relatos que la gente dice -con mucha razón-; por eso se trató de rescatar la historia oral. Por esta razón, desde un principio se realizaron estudios sobre la región y se presentaron trabajos de gran importancia para la historia de la zona, como el de la migración.

Empezamos haciendo trabajos locales, pero enfrentamos problemas económicos serios, por lo cual quedaron pendientes muchas investigaciones que habíamos propuesto, como la de Cojumatlán, que es muy relevante por ser un pueblo ribereño, con ocupación precolombina muy vieja. Es un lugar de gran interés. La mayoría de sus habitantes son pescadores y el territorio posee buena tierra, pero padecen un fuerte problema de migración, el cual es difícil de comprender, pues se tienen recursos. Es una zona muy afectada desde la Conquista hasta la Revolución, donde se registraron terribles matanzas.

Se le dio el nombre de Centro de Estudios de la Revolución Lázaro Cárdenas para diferenciarlo de otras instituciones que estudian problemáticas similares. La institución trabajó sobre las ideas de Cárdenas, de Múgica, de Gilberto Bosques. Se elaboraron investigaciones fundamentales, tanto del lugar cuanto de las zonas cercanas. Se hizo un amplio trabajo en historia oral.

¿Cuál es el vínculo con la Universidad? ¿Cómo van a trabajar?

-Desde 2005, las instalaciones del centro se entregaron en comodato a la UNAM. La entonces coordinadora de Humanidades, Mari Carmen Serra Puche, solicitó que me encargara de las jornadas del año pasado. Lo mismo ocurrió con su sucesora, Estela Morales, para las que se realizarán en este 2008. En lo personal, el proyecto de trabajo de la UAER me ha gustado mucho. He visto a muchachos muy interesados.