Septiembre de 2008
Año IV, Número 34


Diana Cazadora
Flechadora de la Estrella del Norte

BUENOS DÍAS A DIANA CAZADORA

Muy buenos días, laurel, muy buenos días, metal, bruma y silencio.
Desde el alba te veo, grandiosa espiga, persistiendo a la niebla,
y eres, en mi memoria, esencia de horizonte, frágil sueño.
Olaguíbel te dio la perfección del vuelo y el inefable encanto de estar quieta,
serena, rodilla al aire y senos hacia siempre, como pétalos
que se hubiesen caído, mansamente, de la espléndida rosa adolescencia.

Muy buenos días, oh selva, laguna de lujuria, helénica y ansiosa.
Buenos días en tu bronce de violetas broncíneas, y buenos días,
amiga,
para tu vientre o playa donde nacen deseos de espinosa violencia.
¡Buenos días, cazadora, flechadora del alba, diosa de los crepúsculos!
Dejo a tus pies un poco de anhelo juvenil y en tus hombros, apenas,
abandono las alas rotas de este poema.

Efraín Huerta, 1956

Concebida desnuda, bucólica, femenina. Forjada a la distancia, con espíritu guerrero, cálida e impávida a la vez. Diana fue repudiada, remendada y censurada por los convencionalismos de una época; logró rebasarlos y permanecer airosa, a tres metros de altura.

Fue denominada en su origen como la Flechadora de la Estrella del Norte, pero se le rebautizó en el ideario popular como la Diana Cazadora en honor de la diosa romana. Data de los años cuarenta, y es fruto de la inspiración del escultor guanajuatense Juan Fernando Olaguíbel (1896-1976) y el arquitecto mexiquense Vicente Mendiola (1899-1986), quien se encargó de la edificación de la fuente. Hoy en día es considerada uno de los monumentos arquitectónicos más emblemá-ticos del Paseo de la Reforma.

Se gestó de abril a septiembre de 1942, en la calle Obrero Mundial, por mandato del entonces presidente de la Re-pública, Manuel Ávila Camacho, quien solicitó al regente del Distrito Federal, Javier Rojo Gómez, la creación de varias fuentes colosales en el marco de un programa de embellecimiento de la ciudad.
El 19 de octubre del mismo año, pesando dos toneladas de puro bronce, la Diana Cazadora fue inaugurada en la glorieta ubicada en la confluencia de la avenida Río Ródano y la Puerta de los Leones del Bosque de Chapultepec.

En un contexto en el que la patria era el tema central de las esculturas que adornaban la principal avenida de la ciudad, la Flechadora de la Estrella del Norte irrumpió majestuosa, desafiante, soberana, y sin otro afán que el de exaltar la belleza, el arte, el cuerpo de la mujer.

Su desnudez fue víctima de la moral que prevalecía en aquellos años. La Liga de la Decencia, encabezada por Soledad Orozco de Ávila Camacho -esposa del presidente-, protestó calificándola de impúdica (protestas que derivaron la colocación de ropa interior). La presión ejercida por los sectores ultraconservadores de la sociedad propició que en 1944 se le pusiera un faldón de bronce, mismo que su creador, previendo tiempos de mayor libertad, soldó solamente con tres puntos. Iluminada por "cuatro rústicos reflectores de tipo intemperie, montados en el extremo de tubos de soporte, cual si fuera un anuncio luminoso callejero", Diana tendría que esperar veintitrés años para que la despojaran de su atuendo y recuperar su estado original.

La mentalidad de la sociedad mexicana de los sesenta, específicamente en 1967, era muy disímil de la que se tenía en décadas pasadas; los Juegos Olímpicos estaban próximos a efectuarse y se vivía un ambiente de mayor libertad. Fue así que Olaguíbel, valiéndose de esta situación, solicitó a Alfonso Corona del Rosal -entonces regente de la ciudad- el retiro del faldón, solicitud que fue autorizada.

Pero el remiendo causaría estragos, lastimaría su estructura. Al percatarse del daño, Olaguíbel resolvió hacerle una réplica, para que la supliera en aquel lugar. Se dice que, para evitar su destrucción, Diana fue vendida al regente de la ciudad, quien a su vez la donó a Ixmiquilpan, Hidalgo, donde permanece hasta la fecha, custodiada por sus habitantes.

De su réplica (en el supuesto de que lo sea), las transformaciones urbanas se encargarían. En 1974, las obras del Cir-cuito Interior -específicamente la construcción del paso a desnivel inferior que cruza el Paseo de la Reforma a esa altura- propiciaron que fuese desmontada y almacenada en casa de su autor por cerca de dos años. En 1976 se le reubicó en el parque Ariel, a un costado de la actual Torre Mayor, donde permaneció prácticamente encubierta hasta 1987, cuando "un grupo de artistas e intelectuales" exigió su reubicación "a la glorieta que se forma en el cruce de Paseo de la Reforma con la calle de Sevilla".

A la espera de nueva reubicación, la Diana Cazadora habría de amanecer, el 18 de mayo de 1992, con una máscara antigás, como una medida que la Asociación Greenpeace en México ejerció "para presionar a las autoridades del DDF para que se divulgara la información real y completa de los contaminantes que de manera alarmante degradaban el ambiente de la ciudad".

Meses después, con el respaldo de la ciudadanía, la Flechadora de la Estrella del Norte volvió a su espacio original, donde permanece en la actualidad, solemne, orgullosa de remontar las vicisitudes, de representar su pasado y de ser admirada, nuevamente, por quien desee observarla.

"Mira todas esas estatuas, porque cada una de ellas tiene una historia y guarda un recuerdo que no te puedo detallar, pero que condensa un momento de México", escribió Salvador Novo (1904-1974) en Nueva grandeza mexicana. Valdría la pena hacerle caso.

De la musa que inspiró a Juan Olaguíbel para la creación de la Diana poco se supo por cerca de cuatro décadas. Se pensó que más de dieciocho modelos posaron para él, siendo la actriz Ana Luisa Peluffo y la pintora María Asúnsolo las mujeres a las que más se les atribuían los méritos de la escultura. En 1987, con el movimiento social para su reubicación, la identidad de la modelo fue descubierta.

Helvia Martínez Verdayes, hoy esposa del ex director de PEMEX, Jorge Díaz Serrano, "había posado para Juan Fran-cisco Olaguíbel en 1942, cuando era una jovencita de dieciséis años y trabajaba como secretaria en la empresa PEMEX en una oficina dirigida por Vicente Mendiola, amigo del escultor. Fue ahí donde éste le propuso que modelara".

Al develarse la primera y única réplica de la escultura con el rostro y cuerpo originales de la Diana Cazadora -18 de diciembre de 2001- en las calles de Hamburgo y Génova, Zona Rosa, obra del escultor Ariel de la Peña, Martínez de Díaz Serrano expresó: "durante cincuenta años guardé el secreto. Hoy todo el mundo lo sabe y a la distancia aquellos dilemas -refiriéndose a la desnudez y a la moral- parecen insustanciales, ya que por fortuna las nuevas generaciones tienen un sentido más natural y saludable de lo que es el cuerpo humano".

Y así, la "flechadora desnuda de tiempos arcádicos, ensueño de nuestras modernidades resentidas", trasciende las épocas y las ideas, la memoria y el olvido.