Mayo de 2008
Año IV, Número 31


Antonio Candido,
el mayor humanista y crítico literario brasileño

Se negociaba la paz en Europa cuando nació Antonio Candido, crítico y humanista brasileño comprometido con el estudio de la literatura en América Latina. Era 1918; Thomas Woodrow Wilson, presidente de los Estados Unidos -1913 a 1921-, formulaba su famoso discurso de catorce puntos, el cual buscaba sentar las bases "de una paz justa y duradera tras la Primera Guerra Mundial".

Cerca de diez millones de muertos y varios millones más de heridos, en su mayoría jóvenes de Rusia, Alemania, Francia y el Reino Unido, fue el saldo que dejaba a su paso el mayor conflicto bélico hasta entonces conocido. En Río de Janeiro, Brasil, se vivía una de las peores epidemias de gripe española, más de trescientas mil personas morían a causa de ella.

El miércoles 24 de julio de ese año, Antonio Candido de Mello e Souza, conocido comúnmente como Antonio Candido, nacía en el seno de una familia acomodada. Quien sería considerado años más tarde "el mayor crítico literario brasileño y uno de los mayores de América Latina", realizó sus estudios profesionales en la Universidad de São Paulo (USP), simultáneamente en las carreras de Ciencias Sociales y Derecho, aunque sólo se tituló en la primera.

Durante su formación universitaria funda la revista Clima -junto con Paulo Emílio Salles Gomes, Décio de Almeida Prado, Ruy Coelho, Lourival Gomes Machado, Florestan Fernandes, Alfredo Mesquita, y Gilda de Moraes Rocha, posteriormente llamada Gilda de Mello e Souza-, en donde comienza a escribir sobre literatura. En 1942 se integra al cuerpo docente de la USP, como asistente del catedrático Fernando de Azevedo en la asignatura de Sociología II.

Un año más tarde emprende su colaboración con el periódico Folha da Manhã, "escribiendo diversos artículos y reseñando los primeros libros de João Cabral de Melo Neto y Clarice Lispector".

Doce años después, se graduaría de doctor en Ciencias Sociales. Su tesis, Parceiros do Rio Bonito, continúa siendo un marco sobre sociedades tradicionales en los estudios brasileños. "Desde 1974 imparte la cátedra Teoría Literaria y Literatura Comparada de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas (así denominada a partir de 1970) de la misma universidad, siendo responsable de la formación de gran parte de la intelectualidad nacional, directa o indirectamente".

Para Hermenegildo Bastos, profesor de la Universidad de Brasilia e investigador invitado del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC), Antonio Candido, junto con Sergio Buarque de Holanda, Caio Prado Jr., Gilberto Freire y Darcy Ribeiro, es uno de los intérpretes de Brasil. "Como crítico literario, construyó una matriz de interpretación de la literatura y de la cultura brasileña, según la cual, literaturas como las nuestras -de América Latina- están basadas en la dialéctica localismo/universalismo. Los dos polos divergentes se atraen y armonizan".

De Mello e Souza se forja en una época marcada por grandes conflictos internacionales; la Gran Depresión mundial iniciada en Estados Unidos, la Guerra Civil española, la dictadura de Francisco Franco y el inicio de la Segunda Guerra Mundial son algunos de los sucesos que marcaron la década de los treinta y la conciencia del humanista. Antonio Candido es un hombre comprometido con los acontecimientos políticos y sociales que le rodean.

"Candido es un intelectual -añade Bastos- que se formó en los años treinta, años de intensa movilización cultural, social y política. Por el proceso que él llamó de reducción estructural, los datos de la realidad social, que son externos a la obra, se transforman en datos internos de la estructura literaria. La relación literatura y sociedad -como se puede ver en su libro ahora traducido al español por Jorge Ruedas de la Serna y publicado por la UNAM-, es una relación dialéctica. El intelectual Antonio Candido estuvo siempre presente en las discusiones políticas en Brasil y en América. Fue siempre un adversario de los regímenes dictatoriales, fundador del Partido Socialista brasileño y del Partido de los Trabajadores (PT)".

Jorge Ruedas de la Serna, catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad e investigador del Colegio de Estudios Latinoamericanos (CELA) de la misma facultad, explica que la formación intelectual del crítico partió de la sociología. "En esta disciplina -escribió Florestan Fernandes- 'colocó la sociología educacional al día con nuestra época, develó los secretos (y las limitaciones) de la explicación sociológica [...] y se vio impulsado a redactar varios ensayos decisivos, coleccionados en algunos de sus libros'. Abrazó después de lleno los estudios literarios, área en la que desde hacía muchos años figuraba como un crítico eminente. Su obra es marcante para la cultura brasileña contemporánea y su nombre es inseparable de los 'momentos decisivos' de la formación literaria de Brasil" (Humanidades y Ciencias Sociales, septiembre de 2005).

Pero la crítica de Candido no se limitó al ámbito académico. Ruedas de la Serna apunta que "ha podido aclarar los procesos de creación de grandes escritores, como en el caso de Graciliano Ramos; y su intuición crítica lo llevó a descubrir a otros, de la estatura de Clarice Lispector y João Cabral de Melo Neto, cuando estaban en sus inicios y no eran, todavía, conocidos. Además de sus muchos libros y ensayos especializados, escribió por largo tiempo en el periódico, y por este medio influyó en el gusto del público, contribuyendo además a la formación de una crítica viva y comprensiva tanto de obras contemporáneas como del pasado. Acercó estas últimas al lector actual, para fortalecer una tradición literaria que se actualiza permanentemente, no sólo en la creación de las cúpulas literarias, sino también en la cultura popular".

Los aportes de la obra de Antonio Candido para el estudio de la literatura latinoamericana del siglo XX son numerosos y fundamentales para su comprensión. Hermenegildo Bastos indica que de acuerdo con el escritor, "la tradición literaria europea se impuso con violencia en los pueblos de América Latina. Fue arma de los colonizadores, pero los escritores latinoamericanos transformarían la literatura en arma de los colonizados. La historia de nuestras literaturas es la de los procesos dialécticos de apropiación de la tradición europea. Al apropiarse de la tradición europea, nuestros pueblos crearon nuevas formas de expresión e interpretación del mundo. Fue posible salvar de la destrucción las tradiciones indígenas, locales".

Sobre los obstáculos que el autor ha enfrentado -en numerosas ocasiones el crítico ha dicho que la literatura portuguesa está condenada a la marginalidad porque casi nadie lee el portugués- y cómo los ha superado, Bastos piensa que a partir del siglo XX las literaturas latinoamericanas son ya mundialmente conocidas, "con escritores que influenciaron a los escritores europeos, como el caso de Borges o García Márquez. En el caso de las literaturas de lengua portuguesa, la penetración es más difícil. Sin embargo, los lectores de todo el mundo ganarán mucho si leen a Machado de Assis, porque su obra, al representar el Brasil, representa también el sistema mundial. La presencia de Machado de Assis, y de otros escritores de lengua portuguesa -Fernando Pessoa, José Saramago, Clarice Lispector y muchos otros- se agranda cada día".

Autor de Introdução ao Método Crítico de Sílvio Romero (1945), Formação da Literatura Brasileira. Momentos Decisivos (1957), Ficção e Confissão (1956), Observador Literário (1959), Presença da Literatura Brasileira (1964), Tese e Antitese (1964), Parceiros do Rio Bonito (1964), A Educação pela Noite e Outros Ensaios (1987) y Discurso e a Cidade (1993), Antonio Candido es, como lo describe Jorge Ruedas de la Serna, un intelectual independiente, comprometido política y socialmente con los desposeídos, que "ha predicado que todos los hombres tienen derecho a la literatura. Supo restituir al texto literario, por todo ello, su dignidad, su sentido humano y su especificidad estética irrenunciable".

En 2005, el Premio Internacional Alfonso Reyes se le otorgó al crítico brasileño. Tratándose de una condecoración que lleva el nombre de uno de los mayores polígrafos, humanistas y críticos mexicanos, el significado adquirió mayor relevancia. Para Hermenegildo Bastos, este premio es "el reconocimiento del papel del maestro de la crítica literaria latinoamericana, como ya lo reconocían sus discípulos Ángel Rama y Antonio Cornejo Polar. Es también una invitación para que leamos su obra, en este momento tan problemático para América Latina".

En palabras de Antonio Candido, este premio fue de gran importancia "porque Alfonso Reyes es uno de los hombres más importantes para el pensamiento crítico de América Latina". Con este reconocimiento espera que la cultura brasileña despierte interés, "que sea el comienzo quizá de un conocimiento más considerable en el futuro".

"Brasil tiene una literatura muy rica, pero muy poco conocida porque ustedes hablan español. En Brasil siempre se leyó poco a los narradores hispanoamericanos, pero en Hispanoamérica nada se leyó de los escritores brasileños". Esta situación ha comenzado a cambiar desde hace algunos años, aunque existe una asimetría grave: "nosotros conocemos la literatura hispanoamericana, a autores como Juan Rulfo, Alejo Carpentier, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, José María Arguedas, Jorge Luis Borges o Julio Cortázar, que son traducidos al portugués; pero los brasileños tienen una presencia mucho menor en lengua española. Por eso es una relación no muy intensa y asimétrica".

Partidario de que todos los hombres tengan derecho a la literatura, al preguntársele por la manera en la que la literatura contribuye al desarrollo del ser humano y cómo puede llegar a ser un factor de liberación de nuestros pueblos, Antonio Candido indicó que "la literatura actúa en dos niveles: el del conocimiento y la información, esto es, aquello que aprehendemos y comprendemos en el texto; y el de la impregnación, es decir, aquello que toca el subconsciente y actúa a pesar de nuestra rebeldía, u omisión. Bajo el primer aspecto ella reduce el mundo interior y el mundo exterior a discurso articulado, enseñándonos a verlos y comprenderlos mejor. Bajo el segundo aspecto, ella es sobre todo factor de organización de la mente. Sin que lo percibamos, ella da forma a lo que es informe, expresa lo inexpresado y nos permite, así, dar un sentido más o menos preciso a lo que de otro modo quedaría indefinido. Esas funciones son ejercidas por todas las formas de expresión literaria, desde la anécdota y el cuento popular hasta los más refinados poemas eruditos. La literatura pone orden en la mente y en la sensibilidad, en la medida en que permite expresar lo inexpresado, de modo que en ambos niveles mencionados ella es una posibilidad constante de humanización y toma de conciencia. Gracias a ella nuestro mundo gana realidad duradera y significativa, pudiendo en consecuencia inspirar nuestra visión del mundo y nuestra conducta. Eso, sea el Popol-Vuh, las leyendas amazónicas del jabuti, el Martín Fierro, de Hernández, o las novelas de Machado de Assis" (Jorge Ruedas de la Serna, Humanidades y Ciencias Sociales, septiembre de 2005).