Mayo de 2008
Año IV, Número 31


El modernismo hispanoamericano
Ignacio Díaz Ruiz*

El carácter polémico, paradójico y oscuro del movimiento modernista en Hispanoamérica continúa un incesante proceso de reflexiones, valoraciones y sedimentación, cuyas expresiones literarias ofrecen, a su vez, nuevas lecturas, perspectivas e interrogantes: "El debate no ha terminado ni terminará jamás. En la complejidad del modernismo hay muchas cosas irreductibles a la simplificación generalizadora".1

Por su fuerte vocación de novedad y preocupación por ser original, esta corriente literaria finisecular del XIX, a caballo con el principio del XX, adquiere singulares apariencias de envejecimiento, anacronismo y agotamiento; la idea de estar al día, de formar parte de la cultura universal, de vincularse a la moda, de ser a toda costa moderna, la limita y pronto le da un aire de senectud. El desmesurado, obsesivo y afanoso trabajo de elaboración verbal, hace denso al movimiento, cuya consecuencia fue convertirse en una etapa literaria poco leída y menos frecuentada; a causa de ese hermetismo, casi para iniciados, ha sido relegada; razón por la cual, con frecuencia, su estudio es rutinario, frugal y de superficie. En general, su enorme riqueza, propuesta estética, calidad, originalidad y aportes permanecen parcialmente ocultos; el conocimiento orgánico y profundo de este movimiento continúa siendo limitado, fragmentario y escaso. […]

A más de un siglo de distancia de sus inicios, con una notable cauda de legados e influencias, el movimiento requiere todavía de diversas miradas y reflexiones para precisar y analizar objetivos y tensiones, aspiraciones y logros, que lo sitúen en el proceso general de la historia literaria de Hispanoamérica; razonamientos que den cuenta de sus contribuciones para caracterizar el concepto de generación, el de una generación modernista hispanoamericana en conjunto; idea y principio, clave fundacional que perfila y define significativamente nuestra historia cultural, y que fructifica en otras experiencias generacionales de las letras de nuestro continente. […]

Ahora bien, la necesidad de revisar y discutir de nueva cuenta la escritura modernista en Hispanoamérica responde, entre otros motivos, al hecho de constituir un primer gran momento literario distinto del modelo metropolitano; formas propias y específicas de estas culturas que en varios sentidos explican y dan origen a nuestra literatura contemporánea. […]

La vigencia, solidez y vasta significación de este movimiento se ilustran, entre otros ejemplos, con Borges, quien, a propósito del centenario del nacimiento del modernista Rubén Darío, afirmó: "Todo lo renovó Darío: la materia, el vocabulario, la métrica, la magia peculiar de ciertas palabras, la sensibilidad del poeta y de sus lectores. Su labor no ha cesado ni cesará. Quienes alguna vez lo combatimos comprendemos hoy que lo continuamos. Lo podemos llamar el libertador".2 Con impecable agudeza, en una sutil paradoja, el argentino destaca en Darío -y con él, en todo el modernismo hispanoamericano- la enorme determinación, presencia y prolongada influencia que para la literatura contemporánea significó aquel movimiento; de la experiencia modernista surgen la conciencia de cambio, la acertada reformulación de hacer literatura y de aquilatar el lenguaje, el sentido y valor de la creación verbal, las funciones del autor y el lector. […]

Octavio Paz, otra figura central de la literatura contemporánea en nuestro continente, refrenda consideraciones semejantes para aquella corriente tan determinante y esencial para la escritura del siglo XX, e incorpora ideas sustanciales: cambio, transformación, poesía en movimiento, cuyos valores perfilan nuestra anhelada modernidad: "Entendido como realmente fue -un movimiento cuyo fundamento y meta primordial era el movimiento mismo- aún no termina: la vanguardia de 1925 y las tentativas de la poesía contemporánea están ligadas a ese gran comienzo".3 […]

En concordancia con los juicios anteriores, la valoración de este movimiento decimonónico, impulsado en sus principios por Gutiérrez Nájera, Martí y Darío, es de muy alta estima. […]

En conjunto, todas estas referencias enfatizan el valor, dimensión, significación e importancia medular de la literatura modernista; reconocen sus alcances, su novedosa concepción, su notable intuición artística; así como el adueñamiento del idioma, la formulación de un ideario, de un espíritu, de una visión original latinoamericana; juicios diversos que ayudan a suscribir y a aquilatar su dimensión histórica en el proceso cultural de este continente.

UNA GENERACIÓN LITERARIA

"El modernismo, así lo ha conceptuado Manuel Pedro González, es una empresa generacional, no la tarea de un solo individuo";4 a partir de tan sugerente definición, se puede afirmar que el movimiento surge de un espíritu de grupo y se consolida justamente con la conformación de una colectividad intelectual y literaria proveniente de distintas latitudes de Hispanoamérica. Los escritores modernistas de mayor presencia y renombre durante el final del siglo XIX y comienzo del siguiente participan, coinciden y comulgan con una serie de principios y postulados que los agrupa, identifica y cohesiona.

El modernismo literario es, de manera inequívoca, una tarea intelectual y estética con orientaciones afines, cuyas obras revelan principios comunes o parecidos. Así, esta literatura contiene una serie de expresiones con conceptos artísticos aproximados, dirigidos hacia una renovación verbal y una nueva concepción de la prosa y la poesía. Estas obras finiseculares aparecen como una suma de voluntades individuales que se cohesionan en concordancias y semejanzas, como trabajos personales que confluyen en un proyecto colectivo de fisonomía similar.

Con independencia de nacionalidades, dispersos en varios países del continente, sin coincidencia de edades, ni antecedentes, muchas veces sin conocimiento personal directo, se conforma un sólido y genuino grupo generacional de escritores en Hispanoamérica. El primero en el panorama general de nuestra historia cultural. Un grupo intelectual que, a pesar de las diferencias, distancias e incomunicaciones geográficas, crea un ambiente, formula un ideal estético y vive una misma atmósfera artística de inspiraciones aproximadas.

Se integra una comunidad creativa con fines y objetivos que coinciden en una conciencia estética análoga. Una genuina grey de poetas con propósitos semejantes. Un grupo identificado y cohesionado por una cultura e historia común compartida. Una comunidad artística culta, bien informada, subjetiva y sensible, cuyas coincidencias radican en la elegancia, la exquisitez, la originalidad; grupo que lleva a cabo una literatura de tendencia aristocratizante, armónica, distinguida, distinta, crítica, rara, de nuevo cuño, y sitúa en un primer plano el ideal de una escritura artística. […]

La crónica,5 otro de los grandes géneros de la época, marca nuevos derroteros y nuevas experiencias de escritura, distintas relaciones con el lector, inéditas orientaciones y reflexiones sobre el concepto tradicional de modernismo y plantea una revisión y reformulación de las prácticas culturales; sin embargo, una parte significativa del espíritu finisecular se orienta hacia un ideal de autonomía artística sustentado por principios de armonía, belleza y originalidad.

El modernismo hispanoamericano surge entonces de una conciencia conjunta y común, de una vocación creativa para reformular la escritura literaria en el continente, cuyas inquietudes y expresiones se convierten en un espíritu generacional equiparable a las expresiones de una familia literaria. […]

Martí, por ejemplo, cuya sensibilidad y vasto conocimiento de la historia y la cultura de América Latina, expresa puntualmente esa idea de conjunto o grupo; principio que se esboza, entre otros textos, en una nota in memoriam de Julián del Casal, donde mediante el concepto de filiación familiar lo relaciona con el de generación hispanoamericana:

Y es que en América está ya en flor la gente nueva, que pide peso a la prosa y condición al verso, y quiere trabajo y realidad en la política y en la literatura. Lo hinchado cansó, y la política hueca y rudimentaria, y aquella falsa lozanía de las letras que recuerda los perros aventurados del loco de Cervantes. Es como una familia en América esta generación literaria, que principió por el rebusco imitado, y está ya en la elegancia suelta y concisa, y en la expresión artística sincera, breve y tallada, del sentimiento personal y del juicio criollo y directo.6 […]

Asimismo, la idea martiana de nutrir el pensamiento literario de estos países con distintas literaturas, de descubrir nuevos escritores y sensibilidades, lo hace conocer otras lenguas y culturas, y divulgar a varios autores, sobre todo anglosajones: Oscar Wilde, Walt Whitman, Ralph Waldo Emerson, Henry Wadsworth Longfellow, John Keats, Lord Byron, Percy Bysshe Shelley, William Morris; de ponderar a otros de sus contemporáneos: Rubén Darío, Manuel Gutiérrez Nájera, José María de Heredia, Francisco Sellén, Juan Antonio Pérez Bonalde; y de destacar la singularidad de ese clan intelectual donde él mismo se incluye. En la citada noticia necrológica dedicada a Del Casal, su congénere de patria y de estética, se invoca una región cultural e histórica común: "Por toda nuestra América era Julián del Casal muy conocido y amado, y ya se oirán los elogios y las tristezas".7 […]

Rubén Darío, en sus perspicaces comentarios sobre Martí, refiere la dimensión continental, la presencia como guía y modelo de la nueva literatura, la vocación hispanoamericana, así como la fuerte impronta de este cubano en nuestra cultura: "Cuba admirable y rica y cien veces bendecida por mi lengua; ¡mas la sangre de Martí no te pertenecía; pertenecía a una raza, a todo un continente; pertenecía a una briosa juventud que pierde en él quizá al primero de sus maestros; pertenecía al porvenir!"8 […]

* Humanidades y Ciencias Sociales presenta un adelanto del libro El modernismo hispanoamericano, de Ignacio Díaz Ruiz, que próximamente aparecerá bajo el sello del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC).
1 José Emilio Pacheco, "Prólogo" a Poesía modernista, una antología general, México, SEP/UNAM, 1982 (Clásicos Americanos, 39), p. 2.
2 Jorge Luis Borges, "Mensaje en honor de Rubén Darío", citado por José Emilio Pacheco, en op.cit., p. 15.
3 Octavio Paz, Cuadrivio, Darío, López Velarde, Pessoa, Cernuda, México, Joaquín Mortiz, 1965, p. 12.
4 José Emilio Pacheco, "Introducción" a Antología del modernismo (1884-1921), México, UNAM, 1970 (Biblioteca del Estudiante Universitario, 90, 91), p. xvi.
5 Varios autores han reflexionado sobre esta modalidad finisecular: entre otros, Belem Clark de Lara (Tradición y modernidad en Manuel Gutiérrez Nájera, México, UNAM, 1998); Ivan A. Schulman, Julio Ramos, Susana Rotker (La invención de la crónica, México, FCE/Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, 2005).
6 José Martí, "Julián del Casal", incluido en este volumen.
7 Loc. cit.
8 Rubén Darío, "José Martí", incluido en este volumen.